Más partidos = menos democracia

En la actualidad, en Colombia existen 33 partidos con personería jurídica. A primera vista, esta diversidad podría sugerir un sistema político robusto y una democracia sólida que refleja plenamente la representatividad que proclama la Constitución. Sin embargo, esta apariencia es engañosa y es crucial que los ciudadanos comprendan las implicaciones de tener un gran número de movimientos con personería jurídica para la democracia del país.

Aunque podría parecer contradictorio, la idea de que más partidos implican menos democracia no es nueva. Los partidos políticos son vistos como canales esenciales para la participación ciudadana en las decisiones políticas. No obstante, Colombia ya ha experimentado los efectos negativos de tener muchos movimientos políticos. Antes de la reforma política de 2003, el exceso de partidos dificultaba la adecuada representatividad en las corporaciones públicas y debilitaba constantemente el sistema de Partidos y Movimientos Políticos. Por ello, se implementaron reformas que introdujeron el umbral electoral y la cifra repartidora para asegurar una representación más efectiva de la voluntad popular, medidas que fueron reforzadas con el Acto Legislativo 01 de 2009.

El aumento reciente en el número de partidos no se debe al cumplimiento de requisitos para obtener la personería jurídica, sino a interpretaciones de los Acuerdos de Paz entre las FARC y el Estado, y a decisiones de la Corte Constitucional sobre agrupaciones políticas desaparecidas durante el conflicto armado. Estas interpretaciones, sumadas a las decisiones del Consejo Nacional Electoral, han otorgado estatus de partido a agrupaciones que no cumplían las condiciones constitucionales y legales necesarias.

El pasado 29 de octubre de 2023, en las Elecciones Territoriales, el elevado número de partidos participantes supuso un gran reto para la Organización Electoral y para los ciudadanos. Las tarjetas electorales parecían enormes pliegos de periódico, dificultando a los votantes encontrar su opción. Esta complejidad, junto con una falta de pedagogía electoral, prolongó el tiempo de votación, causando largas colas incluso pasadas las 4:00 de la tarde, a pesar de una participación del 59.24%. Estas dificultades logísticas evidencian cómo un mayor número de partidos no solo supone un reto operativo, sino que también puede debilitar la democracia por varias razones.

Primero, un mayor número de opciones fragmenta el voto, complicando la formación de gobiernos estables. Esto dificulta la toma de decisiones en el legislativo, ya que llegar a un consenso se vuelve un gran reto con tantos partidos representados, haciendo más lenta y compleja la implementación de políticas.

Además, la fragmentación del voto puede otorgar una influencia desproporcionada a partidos pequeños, que actúan como péndulos en las conversaciones cruciales, inclinándose de un extremo a otro y potencialmente bloqueando o aprobando políticas clave.

Finalmente, tener muchos partidos fomenta la polarización, uno de los peores procesos de división nacional. Con numerosas opciones, la polarización no se divide en dos extremos, sino que se dispersa en múltiples frentes, creando innumerables puntos de vista que complican la resolución de problemas sociales y estancan la construcción del tejido social y la verdadera representatividad del voto popular.

En conclusión, aunque la existencia de muchos partidos políticos en Colombia podría sugerir una diversidad democrática robusta y una mayor representatividad, la realidad es que este panorama puede ser engañoso. La multiplicidad de partidos puede fragmentar el voto, dificultar la formación de gobiernos estables y fomentar la polarización social. Por lo tanto, aunque la diversidad política es fundamental, un exceso de partidos puede debilitar la gobernabilidad y, en última instancia, la calidad de la democracia en Colombia.

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