Democracia bajo asedio: La Extrema derecha global y el fin del orden mundial

En los últimos años, el avance de la extrema derecha a nivel mundial no solo ha desestabilizado democracias, sino que también ha contribuido a un clima global de violencia, exclusión y radicalización que trasciende fronteras. Lo que antes era marginal y políticamente impresentable hoy se disfraza de patriotismo victimista, se organiza con precisión quirúrgica en redes sociales y foros oscuros, y se propaga como un virus ideológico con consecuencias letales: desde tiroteos masivos hasta asaltos a instituciones democráticas.   

Los “nodos” de violencia: de foros digitales a masacres físicas

Los síntomas de este fenómeno son visibles en todos los continentes. En Estados Unidos, los tiroteos motivados por ideologías supremacistas blancas —como El Paso (Texas, 3 de agosto de 2019), dirigido contra hispanos, o Buffalo (Nueva York, 14 de mayo de 2022), dirigido contra la comunidad afroamericana— muestran la peligrosa traducción de la retórica ultraderechista (“reemplazo”, “invasión”, “defensa racial”) en acción violenta. En ambos casos, los agresores dejaron textos o manifiestos que señalaban motivaciones racistas y teorías conspirativas difundidas en línea.   

En Europa, la violencia inspirada en extremismos etnonacionalistas o xenófobos también ha dejado huella: el ataque de Hanau (Alemania, 19 de febrero de 2020) asesinó a nueve personas —la mayoría con raíces migrantes— antes de que el agresor matara a su madre y se suicidara; el atentado a la sinagoga de Tree of Life en Pittsburgh (aunque en EE. UU., su resonancia transatlántica en foros de odio lo conecta con redes europeas de antisemitismo); y múltiples episodios de hostigamiento y discurso institucionalizado contra migrantes han ido normalizando la idea de “amenaza externa” dentro de partidos parlamentarios de derecha radical.   

Caso Noruega: el prototipo de la “molécula ideológica” ensamblada

El doble atentado perpetrado por Anders Behring Breivik en Noruega el 22 de julio de 2011 —un coche bomba en Oslo seguido de la masacre en la isla de Utøya— dejó 77 víctimas mortales, en su mayoría jóvenes vinculados al Partido Laborista. Breivik difundió un extenso “manifiesto” que mezclaba islamofobia, anti-multiculturalismo, nostalgia civilizacional y exhortaciones a la violencia militante contra la “traición” de las élites políticas. Ese documento funcionó como un kit molecular: un set de componentes ideológicos replicables (nacionalismo étnico, teoría de invasión islámica, victimización masculina occidental) que posteriores atacantes consultarían, citarían o mutarían.   

El legado Breivik demostró que un solo evento podía convertirse en biblioteca ideológica portátil: PDFs, memes, extractos, referencias simbólicas que circulan globalmente y pueden recombinarse con agravios locales para producir nuevos radicales. Lo “molecular” aquí no es biología literal sino arquitectura replicable: fragmentos ideológicos que se ensamblan como cadenas reactivas en contextos de frustración política, ansiedad demográfica o guerras culturales amplificadas digitalmente.   

El asalto al Capitolio: cuando la desinformación se vuelve acción colectiva

El 6 de enero de 2021, una multitud incitada por desinformación electoral y por narrativas conspirativas amplificadas desde la propia esfera política de derecha radical irrumpió en el Capitolio de Estados Unidos intentando bloquear la certificación democrática de los resultados presidenciales de 2020. Investigaciones del Congreso y reportes posteriores documentaron la movilización coordinada de grupos extremistas, la difusión de la “gran mentira” sobre fraude electoral y la violencia contra fuerzas de seguridad.   

Las conexiones con ecosistemas de ultraderecha van más allá de la jornada misma: redes militantes (incluidas milicias y colectivos conspiracionistas) aprovecharon protestas masivas como entornos de reclutamiento y acción oportunista, un patrón identificado por analistas de extremismo violento. El asalto al Capitolio mostró que la infraestructura digital de radicalización puede escalar hacia episodios insurgentes simbólicos que buscan deslegitimar procesos electorales enteros.   

De Washington a Brasilia: la “mímica” autoritaria

Cuando simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro, negando su derrota electoral, asaltaron el Palacio presidencial, el Congreso y el Tribunal Supremo en Brasilia el 8 de enero de 2023, el eco del Capitolio fue inmediato. Las imágenes de multitudes envueltas en banderas nacionales que irrumpen en las sedes de los tres poderes recordaron la dramaturgia política de la ultraderecha transnacional: impugnar elecciones con narrativa de fraude, movilizar bases digitales y convertir edificios simbólicos en escenarios performativos de “rescatar la patria”. Investigaciones judiciales brasileñas y reportes periodísticos han vinculado el clima de desinformación postelectoral con redes bolsonaristas que se inspiraron explícita o implícitamente en el precedente estadounidense.   

Christchurch: la transmisión en vivo de la radicalización

El ataque a dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda (15 de marzo de 2019) marcó otro salto evolutivo: el agresor transmitió en vivo la masacre y circuló un manifiesto plagado de referencias meméticas, consignas supremacistas (“14 words”), guiños irónicos y citas cruzadas a otros extremistas. El diseño mediático buscaba viralidad y reclutamiento, evidenciando que la etapa “propaganda del hecho” se había digitalizado: matar para transmitir, transmitir para multiplicar la célula ideológica.   

La “conexión molecular” de la ultraderecha violenta

¿Qué hace que estos episodios —Noruega 2011, Capitolio 2021, Brasilia 2023, Christchurch 2019, El Paso 2019, Buffalo 2022, Hanau 2020, Tree of Life 2018, entre otros— parezcan variantes del mismo patógeno? Propongo la metáfora de la “conexión molecular” para describir cuatro componentes recurrentes que se combinan, mutan y se replican:
1. Narrativa de reemplazo / invasión demográfica. Migrantes, musulmanes, negros, judíos, élites “traidoras” o “globalistas” son construidos como amenaza existencial.   
2. Victimización del grupo mayoritario y legitimación defensiva. La violencia se enmarca como “respuesta preventiva” o “resistencia patriótica”.   
3. Infraestructura digital de radicalización y amplificación. Foros, plataformas alternativas, cadenas encriptadas y transmisiones virales reducen la distancia entre retórica extrema y acción violenta.   
4. Performatividad simbólica sobre espacios emblemáticos o poblaciones objetivo. Escoger mezquitas en oración, un Walmart fronterizo, un supermercado en barrio negro, un campamento juvenil de un partido político, o la sede legislativa nacional convierte el ataque en mensaje global.   

Estos elementos encajan como átomos en una molécula: se pueden reorganizar para adaptarse a culturas, lenguajes y coyunturas distintas, conservando la capacidad de producir radicales y eventos de alto impacto mediático.   

Políticas de odio desde dentro del sistema

Mientras ocurren ataques violentos, partidos de derecha radical con representación institucional normalizan vocabularios de exclusión y “defensa civilizacional” que, sin llamar abiertamente a la violencia, bajan el umbral de lo decible. La frontera entre discurso duro y legitimación tácita del extremismo se vuelve porosa. Informes sobre la retórica postelectoral en EE. UU. tras 2020 y sobre la erosión institucional en Brasil durante y después del mandato de Bolsonaro muestran cómo narrativas de fraude, anti-elitismo y guerra cultural pueden incubar acciones extrainstitucionales.   

Qué hacer: vacunación democrática

Si el mundo no despierta ante este fenómeno —si no se refuerzan las instituciones electorales, se combate la desinformación sistemática, se regula la propagación de manifiestos violentos y se invierte en educación cívica y justicia social— veremos multiplicarse las tragedias. Experiencias comparadas tras Breivik, tras el Capitolio y tras Christchurch subrayan la importancia de memoria pública, rendición de cuentas judicial y resiliencia comunitaria para reducir el riesgo de imitadores.   

Las democracias raramente caen de un solo golpe; se erosionan con la repetición de discursos que banalizan la violencia y la intolerancia hasta que una masa crítica acepta la excepción como norma. La historia ya nos enseñó lo que ocurre cuando el miedo suplanta a la razón. Lo que está en juego no es solo el futuro de las naciones, sino la dignidad humana como principio universal. Y callar ante la extrema derecha es permitir que sus balas —y sus turbas— sigan encontrando objetivos.   

Cronología comentada de eventos clave vinculados a extremismos de ultraderecha / motivaciones etnonacionalistas (selección)

Las cifras de víctimas se redondean para lectura; ver fuentes citadas para detalle.

•   22 jul 2011 – Noruega (Oslo / Utøya): Bomba + masacre juvenil; 77 asesinados; manifiesto anti-multicultural; influencia duradera en subculturas extremistas.    
•   27 oct 2018 – Pittsburgh, EE. UU. (Tree of Life): Ataque antisemita durante servicios religiosos; 11 muertos; agresor motivado por retórica antiinmigrante vinculada a teorías conspirativas sobre refugiados.    
•   15 mar 2019 – Christchurch, Nueva Zelanda: Dos mezquitas; transmisión en vivo; manifiesto supremacista difundido globalmente; modelo de propagación mediática.    
•   3 ago 2019 – El Paso, Texas, EE. UU.: Walmart en zona fronteriza; 23 muertos; manifiesto antiinmigrante y “reemplazo” demográfico; calificado terrorismo doméstico.    
•   19 feb 2020 – Hanau, Alemania: Tiroteos en bares frecuentados por personas de origen migrante; 9 víctimas más el agresor y su madre; motivaciones racistas y teorías conspirativas.    
•   6 ene 2021 – Washington, D.C., EE. UU. (Capitolio): Multitud incitada por desinformación electoral y líderes políticos rompe perímetros y detiene temporalmente la certificación presidencial; violencia contra fuerzas del orden; más de mil procesados.    
•   14 may 2022 – Buffalo, Nueva York, EE. UU.: Supermercado en barrio afroamericano; 10 asesinados; agresor citó teorías del “gran reemplazo”; transmisión previa de propaganda en línea.    
•   8 ene 2023 – Brasilia, Brasil: Simpatizantes bolsonaristas asaltan sedes de los tres poderes del Estado denunciando fraude electoral; paralelos inmediatos con el 6 de enero de EE. UU.; procesos judiciales en curso (incluidas acusaciones contra Bolsonaro).
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