Para esta época de fin de año, se vuelve recurrente la aparición de entrega de galardones y supuesta escogencia de personajes denominados “los mejores” gobernantes, funcionarios, periodistas o estrategas políticos (por cierto, en nuestra región somos pocos los que llegamos a cumplir con requisitos de carrera y experiencia nacional e internacional). Usted seguramente ha notado que cada día hay más entregas de premios de este tipo. Todos los años aparece una nueva entrega. Casi todos tienen en común algo: nadie los ha avalado para entregar esos supuestos premios o reconocimientos, simplemente se durmieron y se levantaron con la idea de ser autoridades con derecho a quien sabe con que intenciones, premiar a los de su gusto personal o conveniencia económica.
Hace muchos años atrás solo existían los Premios Colombia líder, un ejercicio serio promovido la Fundación Corona, Asobancaria de Colombia, la fundación Saldarriaga Concha, Fundación Bolívar-Davivienda, RCN Radio y RCN Televisión, que premian hace 17 años los mejores gobiernos en temas como:
- Mejores planes de desarrollo.
- Construyendo sueños (niñez, adolescencia y familia).
- Mejores gobernantes en la superación de la pobreza.
- Mejores alcaldes y gobernadores.
- Otros premios (inclusión social, reconciliación, ley de víctimas, seguridad vial y niñez).
Los otros con algún renombre realmente son encuestas de favorabilidad que hacia un noticiero de televisión nacional que ya dejo de emitirse en asocio con empresas encuestadoras, pero sí de eso se tratase en Colombia existen alrededor de 80 empresas autorizadas por el Consejo Nacional Electoral de Colombia, todos con el mismos aval y licencia, lo que nos daría fácilmente que, si cada una de esas empresas realizara su propia encuesta, tendríamos 80 diferentes mejores alcaldes o gobernadores en este caso, a no ser de que todas las empresas coincidieran en los resultados de escoger el mejor Gobernador o alcalde, algo poco probable.
Pero como una cosa piensa el burro y otra el que lo está ensillando, ahora resulta que algunos avivatos representantes de sitios de redes sociales sin ningún soporte legal o directores de algunos medios prepagos, que sobreviven de publirreportajes pagos, o entrevistas y difusión de noticas direccionadas, se han abrogado el derecho de premiar a los que según conveniencia de ellos, son “los mejores”, cosa a todas luces ridícula y que no tiene el valor mucho menos la credibilidad, es así como vemos municipios y departamentos que son un desastre y un caos administrativo, con alcaldes y gobernadores premiados como los mejores, como les parece. Realmente esta entrega de reconocimientos es un modelo de negocio que hasta el día de hoy solo le representa utilidades al que los entrega, porque para un pésimo alcalde o gobernador galardonado, solo le sirve para colocar el cartón o remedo de estatuilla para colocarlo como un adorno en su mueble ya sea en casa o en su despacho u oficina. Para la muestra un botón, uno de esos avivatos un mexicano que conocí en un evento internacional de apellido cítrico, se invento unos premios y desde Valledupar viajaron comitivas a recibir los desconocidos premios, la anécdota es que quien recibió el premio de mejor alcalde del mundo, hoy en día anda saltando matojos con el rosario de procesos y condenas que ha recibió por su nefasto paso por la premiada alcaldía de Valledupar.
Usted puede ver como los galardonados “sacan pecho” en fotos y videos por las redes sociales o uno que otro medio escrito de los que aun subsisten, los puede ver también posando muy elegantes en saco y smoking, los nota viajando a otras ciudades a recibir los suso dichos premios, pero la realidad es que solo mediante una transferencia o consignación al Nequi de los dueños de los premios, se obtienen esos galardones, la pregunta que todos saben la respuesta: ¿de dónde salen los recursos?, obviamente del maltrecho presupuesto del ente gubernamental, o de la robusta cuenta del gobernante, de su pareja o de algún contratista o testaferro del ganador.
No entendemos como alguien dice ser el mejor y su territorio nada en la miseria extrema, adolece de los más elementales indicadores de salud, educación, obras o finanzas saludables.
La mayoría de ceremonias de premios son un simple acuerdo comercial distante de la realidad. Por eso se volvieron parte del paisaje y en los últimos años los índices de credibilidad en algunos medios han disminuido y se han venido al piso. A las nuevas generaciones ya no les importan estas ceremonias prefabricadas, por eso muchos de estos premios tienen sus días contados en un mundo lleno de información falsa.
¿Acaso usted se acuerda quién ganó el reconocimiento como mejor alcalde o gobernador el año pasado? O será que están todos presos.