Para muchos políticos, movimientos y partidos, existe una sociedad ignorante a la cual deben sacarle provecho, tenerlos marginados del conocimiento y las realidades para al final captar sus votos.
Hoy, hay una lucha permanente y desmedida sobre la narrativa. Hoy parece que es un valor agregado tener una superior narrativa política que los demás, no importa que sea sobre hechos falsos, lo que importa es lograr enquistar en la mente de la gente, las creencias y conveniencias que pregonan determinado grupo político.
Quien gane la narrativa gana la mente de la gente y se asegura inyectarle permanentemente información a su acomodo para hacerle caminar hacia el destino que pretenden. Y aquí viene lo peligroso, otro término utilizado en los últimos tiempos: instrumentalizar: que no es otra cosa que utilizar a una persona como un instrumento para lograr algo.
Las redes sociales sin duda, se han convertido en un mecanismo que instrumentaliza la narrativa, ante una ciudadanía poco formada, que es sensible a la manipulación. Aunque también hay un aparato burocrático que obliga a trabajadores a ser fanáticos de una causa.
La narrativa no es más que contar historias enmarcadas en el ambiente y la cultura que rodea al sistema político. Lo correcto sería contarlas dentro de las realidades, desde las propuestas, los programas, el ambiente real del sistema, el qué, el cómo y el donde.
Lo incorrecto y lo perverso es contarlas desde el imaginario de un político a su imagen y semejanza, y por su puesto a su conveniencia. La realidad es que cada quien toma de ese sistema político lo que le conviene para contarlo a su manera dentro de una narrativa que lleva inmersa mucha psicología, sociología y dominio de la mente.
La mente humana con poca educación, poco carácter y algunas obligadas, son flexibles a ser invadidas por el fanatismo, el sesgo, y el adoctrinamiento propio de los extremos políticos.
En este año 2023 habrá elecciones para elegir concejales, diputados, alcaldes y gobernadores, en los distintos municipios y ciudades del País. Históricamente muchos sectores se preparan para aceitar las maquinarias, el clientelismo y las prevendas, lo cual durante mucho tiempo ha generado victorias para quienes las usan. Cada vez el voto de opinión empezó a ganarle terreno a la maquinaria, lo cual es correcto dentro de la lógica del voto programático y por convicción. Dentro del deber ser se sueña con una ciudadanía pensante y critica que ejerza su voto a partir de sus convicciones, y de las propuestas y programas de los candidatos.
Ahora bien, miremos la realidad. Si bien es cierto la opinión ciudadana va en ascenso, también es cierto, que en muchos casos no ha terminado siendo una opinión de pensamiento crítico, sino una opinión manipulada por el enquistamiento de narrativas falsas en la mente ciudadana.
Una opinión de pensamiento crítico no admite fanatismo, por el contrario, parte de criterios para razonar sobre idearios y pensamientos políticos, más que sobre las conductas de las personas. Se deben generar convicciones y apegos políticos por las ideas y no sobre individuos.
Bienvenidas las narrativas contadas por quienes tienen conductas acordes a los idearios que dice representar. Hoy, desafortunadamente, en la guerra de las narrativas mucho se habla de imaginarios colectivos perversos y no de contenidos serios, por tanto generan una falsa opinión que carece de la convicción de cada ciudadano.
Esta vez en la búsqueda de votos, espero que se hable del cómo, el que, el cuándo y el dónde se resolverán los problemas del territorio, en educación, servicios públicos, viviendas, empleo, vías, cultura, salud y deporte. Las propuestas al aire, infundadas sin saber los tiempos y fuentes de financiación para materializarla, serán narrativas populistas.
Que la narrativa le gane a las maquinarias, pero la narrativa de las ideas y las propuestas, no la narrativa de las mentiras y falsedades.