Si bien el escenario de cara a las elecciones presidenciales del año entrante, aún está en pañales y el vaivén político promete seguir moviendo el péndulo del reloj del poder, comienza a tomar forma lo que sería un tarjetón con el que se encontrarían los colombianos de cara a las elecciones presidenciales de 2026. Lo preocupante es que, a un año de las elecciones, Colombia no cuente con mecanismos eficaces para filtrar la viabilidad entre más de 40 precandidaturas. Esto a todas luces es inadmisible aun país en peligro con presidente autócrata.
Ahora sí parece que comienza en forma la época electoral y, como ya se ha vuelto costumbre cada cuatro años, Colombia atraviesa un nuevo episodio de candidatitis aguda: no solo las elecciones presidenciales, sino también las de alcaldes y gobernadores, desatan una proliferación incontrolada de aspiraciones que se multiplican con tal abundancia y desorden que resulta casi imposible seguirles el ritmo. No es sano que un país convulsionado con la forma en que el presidente actual
Varios analistas han opinado al respecto y muchos coinciden que, con el panorama político actual, las elecciones presidenciales y legislativas podrían desarrollarse por fuera de los requisitos de una democracia sana. ¿Qué pasará?, es una pregunta que todos nos hacemos, la paranoia del presidente cada día acosado por múltiples escándalos de corrupción y división al interior de su gobierno.
La propuesta de consulta popular del Gobierno, el preocupante avance del transfuguismo en el Congreso y el escenario de violencia en el país podrán afectar el ejercicio democrático colombiano del próximo año. No es lo mismo un escenario con consulta popular que uno sin ella. Y tampoco es lo mismo realizar una consulta popular en un año preelectoral, como el actual, que haberla hecho el año pasado o incluso durante el primer semestre de este año.
Para nadie es un secreto que el sistema electoral colombiano no depende de organizaciones autónomas, por lo que, con tantas actividades electorales, el sistema podría colapsar. Para “acabar de joder” como dice el refrán popular, está en ciernes el proyecto de transfuguismo político que recientemente revivió en el congreso. En caso de aprobarse, significaría que, no solo los congresistas, sino también los diputados y concejales, podrían cambiar de partido una vez por cuatrienio sin tener que renunciar a la curul que ganaron en las elecciones pasadas. “A ojo de buen cubero”, este proyecto de ley a quien puede servirle es al Pacto Histórico para conformarse como partido único y no como coalición. Es el escenario perfecto para que todos puedan, a finales de año, cambiarse de partido político sin ningún tipo de consecuencia, sin ningún tipo de responsabilidad política, eso piensa la casa de Nariño que cuenta con la billetera para las elecciones.
Recolectando nombres entre tantos anuncios de aspiraciones, unos con fundamento otro no tanto, veamos una lista no exhaustiva —y que no necesariamente implica que quienes aparecen hayan anunciado oficialmente su candidatura— de todas las personas que, hasta el momento, figuran como posibles aspirantes a la Presidencia de Colombia, ya sea en encuestas, análisis de consultores políticos, medios de comunicación u otras fuentes (en orden alfabético como en el Festival Vallenato, para no incurrir en desacuerdos):
Abelardo de la Espriella, Alejandro Gaviria, Andrés Guerra, Armando Benedetti, Camilo Romero, Carlos Amaya, Carlos Caicedo, Carolina Corcho, Claudia López, Daniel Palacios, Daniel Quintero, David Barguil, David Luna, David Racero, Enrique Gómez, Enrique Peñalosa, Francisco Barbosa, Francia Márquez, Germán Vargas Lleras, Gustavo Bolívar, Héctor Olimpo Espinosa, Humberto de la Calle, Iván Cepeda, Jaime Pumarejo, Jota Pe Hernández, José Manuel Restrepo, Juan Carlos Pinzón, Juan Daniel Oviedo, Juan Fernando Cristo, Juan Guillermo Zuluaga, Juan Manuel Galán, Luis Gilberto Murillo, María Claudia Lacouture, María Fernanda Cabal, María José Pizarro, Mauricio Cárdenas, Mauricio Gómez Amín, Mauricio Lizcano, Miguel Uribe Turbay, Paloma Valencia, Paola Holguín, Pierre Onzaga, Roy Barreras, Santiago Botero, Sergio Fajardo, Susana Muhamad, Verónica Alcocer y Vicky Dávila.
Habría que darle un premio para quien logre distinguirlos a todos… y seguramente alguno se me escapa, ni siquiera los especialistas en temas de elecciones, tenemos la capacidad de digerir, semejante despropósito de tarjeta electoral, habría que acudir al desusado tamaño que usaban los periódicos de antaño:El formato de sábana (o broadsheet)
Si no vamos a las encuestas, solo en las más recientes de intención de voto —realizadas por Invamer, el CNC y Guarumo entre marzo y abril— aparecen 40 candidatos distintos con algún nivel de reconocimiento en las respuestas. Y dentro de esta fragmentación, no hay un solo nombre que, en la pregunta general de “¿por cuál candidato votaría usted si las elecciones fueran este domingo?”, supere el 15%. En la encuesta de Invamer de marzo, entre más de 30 nombres medidos, ni siquiera una decena supera el 50 % de reconocimiento entre los colombianos.
Que a estas alturas no haya un favorito claro para la Presidencia es normal: según encuestas de Cifras & Conceptos, la mitad del país decide su voto apenas seis meses antes de las elecciones, y dos de cada diez colombianos lo hacen en los últimos quince días. Hay que tener claro algo, que o todos los más de 40 precandidatos llegarán al tarjetón: muchos, con certeza, nunca arrancarán; otros renunciarán, se adherirán a campañas más fuertes o terminarán participando en consultas internas o interpartidistas antes de la primera vuelta. Sin embargo, más allá del desenlace de esta campaña, es urgente pensar en reformas que ayuden a curar nuestra mayor enfermedad electoral, la candidatitis aguda y terminal…