Los matrimonios con novios ausentes no son la regla general. Así como hay una novia en el altar, su próximo cónyuge está a su lado. Esto no pasó con uno de los magistrados abatidos en la toma del Palacio de Justicia hace aproximadamente 40 años.
Manuel Gaona Cruz se casó por poder, delegando en su hermano la ceremonia, mientras cursaba estudios doctorales en París. ¿Hay evidencia de este suceso? Claro que sí. Su hermano celebró, por su parte, una boda con todas las de la ley, como dicta la tradición criolla, con la particularidad de que el novio no hizo presencia. Al menos no de cuerpo, pero sí de alma.
Y ahora me pregunto: si hay precedentes de matrimonios ausentes… ¿Se puede hacer algo tan elemental como un cumpleaños sin su celebrado?
Eso ocurrió hoy, 29 de julio de 2025. Muchos que cumplimos años hoy no estamos en la tierra que nos vio nacer. Por distintas razones, estudios, trabajo, calamidades, trámites, no asistimos a nuestro cumpleaños.
Pero quienes de verdad celebramos este natalicio, no solo personal, sino colectivo, no tomamos esa ausencia como un abandono. Al contrario: lo asumimos como parte de una comprensión más profunda. Los 500 años de nuestra ciudad no son un evento cualquiera; son un hito de enorme valor para la comunidad Samaria.
Claro que la fiesta importa. Sin embargo, el propósito de cada ausente, en su proceso de formación académica y profesional, tiene un talante distinto. Uno que se reconoce cuando, lejos de casa, extrañamos la brisa fresca o el calor abrasador que antes dábamos por sentado.
Sueño despierto con eso. Cada grano de arena que mi subconsciente me hace ver lúcidamente intensifica mi deseo de formarme a fondo. Para que al regresar a ejercer como samario ilustrado en la jurisprudencia, pueda aportar mi cuota, y más, al desarrollo de la tierra que no verá mis estudios universitarios, pero sí, algún día, verá sepultar a un viejo colmado de conocimiento, que dejó tatuada su vocación y servicio en las nuevas generaciones.
Hoy, la torta son unas fresas con crema. Mañana, o más pronto de lo que imagino, volverá a ser una bandeja de cocadas, o en mis sueños más anhelados, un ponqué de guayaba decorado con la silueta del Morro.
Celebrando, no solo el natalicio de mi ciudad, sino también la reivindicación de un pueblo que cada día crece un 1% más.