“No hay mundo sin los muros de Verona, sino el purgatorio, la tortura, el mismo infierno” Romeo y Julieta – William Shakespeare
Verona se hizo mundialmente famosa por ser la ciudad de Romeo y Julieta, la obra escrita por William Shakespeare que se convirtió en un punto de referencia para la construcción de narrativas sobre “tragedias amorosas” y la muerte como el “triunfo del amor verdadero”.
Desde entonces, este arquetipo se ha convertido en uno de los favoritos a la hora de construir historias de amor, no solo en la literatura o las telenovelas; sino también en la manera como documentan algunos medios de comunicación los casos de feminicidio y en general de violencia contra las mujeres en todas sus diversidades
Durante el año 2023, el Observatorio de Feminicidios registró 525 casos en Colombia; De acuerdo con el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, ese mismo año se realizaron 10.192 exámenes medicolegales por presunto delito sexual a menores entre 0 y 17 años y la población más afectada fueron las niñas y mujeres adolescentes entre los 10 y los 14 años; además, de enero a septiembre de 2024, al menos 36.330 mujeres fueron víctimas de violencia intrafamiliar y de esta cifra, el 73,23% lo fue en el contexto de violencia de pareja.
Recientemente, en el Valle del Cauca, un hombre lanzó a su propia hija de un tercer piso en medio de una discusión con su pareja; un caso de violencia vicaria (Porter y López-Angulo, 2022) en el que una niña fue instrumentalizada de una forma consciente para hacer daño a la madre, lo cual generó una respuesta violenta por parte de la comunidad, que, movida por la indignación, linchó y asesinó al agresor. Este caso, no solo deja a una madre en duelo, sino también a una mujer víctima de violencia sin posibilidades de acceso a la justicia.
Históricamente, las relaciones de poder entre hombres y mujeres han sido asimétricas; y se han establecido, desde un estado de desigualdad que deviene la dominación y subordinación de las mujeres en todas sus diversidades, tolerando actos de violencia que nos envuelven en espirales en los que nuestro cuerpo es objeto de control, vigilancia y disputa mediante recursos materiales y simbólicos que destruyen nuestra salud física, psicológica y emocional (Munevar-Munevar y Mena-Ortiz, 2009).
Asesinar, maltratar, vulnerar y discriminar a las mujeres no es una tragedia de la vida íntima, es el resultado de la violencia estructural enquistada en nuestras sociedades y de la poca efectividad del Estado para garantizar el acceso a nuestros derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. De allí la importancia de avanzar en la erradicación de todo tipo de violencias contra las mujeres, mediante acciones afirmativas que en la medida que generan equidad, contribuyan a derribar los paradigmas y estereotipos de género que han perpetuado narrativas que restringen nuestras libertades.
Esto nos lleva al principal problema de mostrar las violencias basadas en género o del feminicidio como una “historia trágica de amor”, destacando ciertas narrativas que refuerzan prejuicios, lo que no solo afecta la percepción pública, sino que también polariza las opiniones que casi siempre terminan por revictimizar a la mujer. Evocando emociones y reacciones que, en lugar de empatizar con las víctimas, “justifican” (como si eso fuera posible) a los victimarios.
En este contexto, los medios de comunicación (digitales o físicos) desempeñan un papel fundamental en la formación de percepciones y opiniones en la sociedad. A través de la difusión de información, tienen el poder de moldear la manera en que las personas ven el mundo y, por lo tanto, influir en sus creencias, actitudes y comportamientos.
Estamos en un momento importante de la historia de la humanidad, en el que como sociedad debemos acudir al llamado de reconfigurar las prácticas violentas aprendidas y arraigadas en nuestra cotidianidad y ver la violencia contra las mujeres “por fuera de los muros de Verona”. De este modo, veremos el purgatorio, la tortura y el mismo infierno que deja hijos huérfanos, familias destruidas, mujeres silenciadas e impunidad. Un paso fundamental para comprender que los “finales violentos” no son provocados por “placeres violentos” sino por una violencia estructural hacia la mujer y la diferencia.
Referencias
- Munévar-Munévar, Dora Inés, y Mena-Ortiz, Luz Zareth. (2009). VIOLENCIA ESTRUCTURAL DE GÉNERO. Revista de la Facultad de Medicina, 57(4), 356-365. Retrieved November 24, 2024, from http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-00112009000400008&lng=en&tlng=es.
- Porter, B., y López-Angulo, Y. (2022). VIOLENCIA VICARIA EN EL CONTEXTO DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO: UN ESTUDIO DESCRIPTIVO EN IBEROAMÉRICA. CienciAmérica: Revista de Divulgación Científica de la Universidad Tecnológica Indoamérica, 11(1). [fecha de Consulta 24 de noviembre de 2024]. ISSN: 1390-9592. Disponible en: https://portal.amelica.org/ameli/journal/367/3673285001/