El Camino hacia el Buen Vivir

La realidad de promesas incumplidas y la persistente miseria que oprime a gran parte de nuestra ciudadanía es un llamado urgente a la acción. Superar estos desafíos no es solo una opción, sino una necesidad imperante que exige un gobierno progresista, comprometido con el bienestar integral de toda la población. Este camino hacia un cambio verdadero requiere una colaboración activa y sincera entre empresarios, actores gubernamentales, sindicatos, y las valiosas comunidades indígenas, afrocolombianas y campesinas.

En conjunto, debemos trazar una nueva ruta para el desarrollo de nuestras comunidades y territorios, partiendo de una perspectiva local y regional. El desarrollo genuino trasciende el mero crecimiento económico; demanda una redistribución equitativa de la riqueza. La tenencia de la tierra debe ser transformada, de un símbolo de conflicto a un emblema de bienestar, armonía, paz, productividad y justicia social y ambiental.

Es crucial implementar políticas que reduzcan la pobreza rural. En 2021, el 31,9% de las familias campesinas vivían en condiciones de pobreza, cifra que se redujo al 28,1% en 2022 y al 26,1% a finales de 2023. Sin embargo, la persistencia de la pobreza está estrechamente vinculada a los índices de inseguridad alimentaria.

Caminar hacia la victoria implica apostar por la paz, que depende en gran medida de la implementación de reformas estructurales. Es necesario repensar el desarrollo, no solo en términos de crecimiento económico, sino también en la búsqueda del buen vivir. Esto incluye adoptar formas de vida que respeten tanto el medioambiente como a las poblaciones marginadas.

Fuerza Ciudadana defiende la implementación del Estado de Bienestar, un modelo que ha demostrado su eficacia tangible en Santa Marta y el Magdalena. Este enfoque de desarrollo no solo promueve el compartir y la conexión con la naturaleza, sino que también fortalece el tejido comunitario. Como bien afirma Arturo Escobar, el verdadero progreso no puede medirse solo en términos de crecimiento económico; debe, ante todo, estar alineado con el principio del buen vivir.

Sin embargo, pese a estos avances, Colombia continúa arrastrando profundas disparidades en ingresos, patrimonio y acceso a la tierra. Para recorrer el verdadero Camino a la Victoria, es imperativo erradicar estas injusticias y garantizar un acceso equitativo a la tierra para las comunidades campesinas. Solo transformando radicalmente la realidad de nuestras comunidades, y asegurando que la felicidad sea un derecho alcanzable para todos, podremos edificar una nación verdaderamente justa, próspera y en paz.

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