Ha existido una ambigüedad histórica sobre la naturaleza de los concejos municipales en Colombia. Desde luego que no hacen parte de la rama legislativa, porque los únicos que hacen leyes son el congreso de la República, pero también es cierto, que tampoco hacen parte de la rama ejecutiva, pues no sé encargan de ejecutar; por tanto, ha sido una especie de vacío que no permite tener una explicación de contenido para ubicar está corporación en las ramas del poder público.
No es cierto que los concejos municipales o distritales son Coadministradores. En estos días Escuché decir en el Concejo de Santa Marta que los concejales son Coadministradores, lo cual es falso. El prefijo Co, indica: junto con y a la par de, por tanto, coadministrar es estar a la par de la administración; y los concejales no administran, no ejecutan, no ordenan gasto de las alcaldías y no tienen poder de mando sobre los empleados públicos.
La función esencial de los concejos municipales, es ser un órgano de desarrollo normativo, esto es, regular mediante normas llamadas acuerdos municipales, las conductas de quienes viven en el territorio municipal, y regular algunas reglas que rigen la administración pública.
Paralelo a lo anterior, es de la esencia del concejo, el Ejercicio del control político, cómo una forma de vigilar y controlar que las autoridades cumplan sus funciones como corresponde y que se materialicen los planes de desarrollo para el progreso de los pueblos.
Y por último: los concejos Representan los intereses de la comunidad, porque son electos por el voto popular, lo cual los legítima para actuar en nombre de quienes lo eligieron, liderar procesos de gestión, defender los derechos de la gente, hacer denuncias, etc.
Lamentablemente en este caso, el deber ser y la regla general pocas veces ocurre. Pocos concejales tienen la voluntad política y disposición para presentar permanentemente proyectos de acuerdos, lo cual requiere un proceso de estudio, de capacidad técnica y de investigación, que permitan hacer verdaderos planteamientos para regular los comportamientos de la sociedad, así como desarrollar normas en beneficio de la misma.
No sé atreven a ejercer control político, algunos porque no saben cómo hacerlo, otros porque les da flojera estudiar y otros porque son parte del gobierno de turno.
Lastimosamente, los concejos se han convertido en centros de transacciones y acuerdos políticos que aplastan el sentido de la independencia y el criterio propio; todo depende de la sensatez y sabiduría de cada concejal, se puede ser de gobierno sin ser permisivo y comité de aplausos, estos también deben ejercer control político. Y se puede ser de oposición o declarados en independencia sin tener como objetivo obstaculizar todo, aun cuando no haya argumentos.
En la mente de muchos concejales solo está la supervivencia política. La mala cultura de nuestro sistema ha enquistado la idea de que solo con dinero se hace política y se gana, lo cual, aunque duela reconocerlo es mayoritariamente cierto. Razón por la cual, quienes están en estos cargos de elección popular siempre están pensando en cómo fortalecer su musculo financiero para las elecciones que vienen, aunque eso les cueste abandonar su pensamiento crítico y su rol de líder que debe defender a la comunidad y de sus funciones correspondientes.
Párrafo aparte merece la vulgaridad y el insulto. Naturalmente, el recinto está hecho para el debate y la discusión, la mayoría de las veces entre opuestos, pero también entre quienes comparten bancada. En la evolución permanente, se evidencia cada día que pasa una sociedad más liberal en muchos sentidos, incluso se acepta y se normaliza la vulgaridad dentro del lenguaje expresivo de la oratoria, y en este caso no le veo mayor problema, porque me considero de pensamiento liberal y veo la vida desde ese sentido; sin embargo, cuando la vulgaridad no hace parte del discurso propio, sino que va en referencia al otro, se convierte en un insulto y en un agravio que merece ser reprochado. En santa Marta unos y otros se han faltado el respeto, se gritan, se ofenden y se meten con la vida privada de cada quien, como si eso solucionara los problemas de la ciudad. Se puede ser firme en una postura política sin necesidad de denigrar de los demás.
Mucho por debatir al respecto, mucho por replantear y mucho por reformar en estas corporaciones territoriales.