El difunto de Fuerza Ciudadana

Fuerza ciudadana perdió personería jurídica, legitimidad y aceptación popular. Hoy en día es un palacio ruinoso en cuyo interior algunos huéspedes libran una carnicería, mientras que otros huyen despavoridos en búsqueda de un nuevo techo que les brinde abrigo. Armaron las maletas, escupieron la bandera del partido y cínicamente critican ante la opinión pública las nefastas prácticas de las cuales obtuvieron provecho. Los aguerridos militantes naranjas obraron como carroñeros. Disfrutaron el banquete mientras hubo carne y luego se macharon.

Como un castillo de arena, así de insostenible es la mentira y la maldad. Por ello, los comunicados ideados por el máximo líder, plagados de odio y de falacias, perdieron la trascendencia social que en otrora irradiaban gracias a la hoy confesa y degradante práctica de la esclavización de empleados y contratistas.

El rugido ensordecedor de la manada de leones naranjas se redujo al maullido de tres gatitos. Uno espera la culminación del periodo parlamentario; el otro tiembla por la eventual salida anticipada de la Gobernación del Magdalena. Uno más recorre el país soplando la flauta para encontrar a incautos que se rindan mansamente ante los discursos y las promesas de un futuro promisorio que, comprobado está por los samarios y los magdalenenses, jamás disfrutarán.

Los maullidos no hacen eco, y quienes logran escucharlos se limitan a ignorarlos. El tiempo les arrebató la máscara que ocultaba al rostro depredador y codicioso; y el sol actuó como el faro que colocó al descubierto la sarta de mentiras con las que envenenaban al pueblo para que se dividiera y se destruyera así mismo mientras los líderes de fuerza ciudadana se enriquecían.

Ante el declive de su accionar mediático, los náufragos de fuerza ciudadana variaron la estrategia para pretender vigencia en la atmósfera sociopolítica. La forma en la que actúan es evidente, pues se encuentra descrita en los manuales de psicología de masas. Emiten acusaciones e inconformidades sectarias en las redes sociales con el propósito de obtener publicidad gratuita mediante las respuestas que difunde quien detenta actualmente el poder. Cada vez que el Alcalde de Santa Marta se pronuncia frente a una acusación para hacerles frente y desmentirlos, sin darse cuenta, le coloca el desfibrilador en el pecho a fuerza ciudadana para resucitarlo. Ciertamente, obra de la misma forma en que lo hizo Jesús cuando pronunció el nombre de Lázaro al píe de la tumba.

Santa Marta padeció durante doce años el liderazgo cruel de la extinta fuerza ciudadana. El pueblo sufrió en carne propia por haber cedido ante la propuesta seductora de una manada de lobos disfrazados de ovejas.

El pueblo ansiaba recobrar la dignidad y la tranquilidad, por eso saldó la deuda que tenía consigo mismo y, desde el 1 de enero de 2024, otras son las manos en las que se ha depositado la representación popular.

A fuerza ciudadana le debemos un craso atraso en infraestructura, el desbordamiento exacerbado de aguas negras y el brote de gases nauseabundos que recorren la ciudad; obras inconclusas, el rencauchamiento a precios escandalosos de obras existentes, tales como: el polideportivo, la piscina olímpica, la villa olímpica, entre otros escenarios deportivos, y la construcción de un estadio, que pudo ser culminada gracias al arribo de un nuevo alcalde.

Fuerza ciudadana perdió en su juego. Sus militantes ignoraron las advertencias y los riesgos que acompañan al despliegue de cada estrategia seductora de masas. Siendo conscientes de ello, pretenden hacer caer al nuevo alcalde en la fosa del juego reaccionario y contestatario para reabrir las heridas populares que están en proceso de sanación. Pretenden que el pueblo vea en Carlos Pinedo Cuello al lobo que una vez descubrieron en otros.

La sociedad debe comprender que el papel protagónico de los naranjas se agotó. La función ha terminado para ellos, el telón descendió y el circo ha sido clausurado.

Santa Marta necesita resultados, inversión social, agua potable en los hogares, mejoras sustanciales en el sistema educativo, seguridad palpable, salubridad en las calles, crecimiento y proyección de la empresa y de la industria privada, y obras de gran impacto para que el pueblo trace una línea temporal que identifique a un antes, un durante y un después de la cruel tormenta de fuerza ciudadana.

Que cada acción positiva e inversión efectiva de los recursos de los samarios obre como un grano de arena que sepulte en el olvido y borre de los anales de la historia hasta el más mínimo recuerdo de fuerza ciudadana, así como también a la oscura noche en la que sometieron a Santa Marta.

No ingresen a las redes sociales de los náufragos de fuerza ciudadana, no comenten sus publicaciones, no visiten sus perfiles y dejen de seguirlos. No actúen como la leña que alimenta a la agonizante flama que aún les queda.

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