EL FIN DE LA ERA WOKE

El mundo está cambiando, y lo está haciendo a pasos agigantados. Nuestra generación está siendo testigo de un proceso contrarrevolucionario en la escena cultural que lleva años cocinándose a fuego lento, y que esta semana parece haber alcanzado uno de sus momentos cúspides con la llegada de Donald Trump, por segunda vez, a la Casa Blanca.

Si no has estado prestando atención, la cultura ‘woke’, también conocida como el ‘wokismo’, —un término que, en español, hace referencia a ‘estar despierto’—, ha permeado los aspectos más esenciales de nuestra sociedad desde hace aproximadamente una década.

El ‘wokismo’, que aparentemente propende por la destrucción de distintas estructuras de opresión que sufren ciertos grupos, ha tenido un impacto social tan grande a tal punto de modificar nuestro lenguaje, distorsionar valores elementales como la libertad, la familia y la igualdad ante la ley y polarizar abiertamente a sectores de la sociedad, enfrentándolos en bandos enemigos.

De igual manera, esta ideología a la que hago referencia ha promovido fenómenos como la cultura de la cancelación, donde por expresar cualquier opinión en redes sociales que no se ajuste a los estándares establecidos y a la opinión dominante, podrías ser expuesto a un linchamiento digital, tal como se hacía con los reos en las plazas públicas de la época medieval. ¿Y es que, a estas alturas, quién no ha optado por auto censurarse por miedo a ser ‘cancelado’?

En este contexto de censura, señalamiento, odio, victimismo, inclusión forzada y verdad absoluta impuesta por el Estado, es cuando aparecen figuras como Donald Trump a representar los sentimientos de una parte de la sociedad, cada vez más mayoritaria, que se cansó de las ideas promovidas por el ‘wokismo’.

En su primer día de mandato el pasado lunes, Trump firmó una serie de órdenes ejecutivas que golpearon fuertemente la columna vertebral de las ideas ‘woke’. Esas órdenes ejecutivas abordaron temas como el retiro del financiamiento a organizaciones internacionales que promueven valores antiliberales, la adopción de medidas en contra de la migración ilegal, la prohibición de la participación de deportistas trans en competiciones femeninas y el reconocimiento de únicamente dos géneros: masculino y femenino.

Inmediatamente, las redes sociales se inundaron de mensajes de indignación y de apoyo frente a las medidas de Trump. En ese momento, surge una pregunta inevitable: ¿quién puede estar en contra de la ciencia, la biología, la meritocracia y el sentido común? ¿Quién no querría un gobierno que, antes de preocuparse por lo que pasa afuera de su país, velase por los intereses de sus ciudadanos?

En la escena internacional, Trump no es el único que representa los valores de la contrarrevolución cultural. Giorgia Meloni en Italia, Nayib Bukele en El Salvador y Javier Milei en la Argentina se han posicionado como figuras relevantes en esta nueva forma de hacer política. Incluso figuras como Elon Musk y, más recientemente, Mark Zuckerberg, con su decisión de prohibir la censura en Meta, se han sumado a lo que podría denominarse como el movimiento ‘antiwoke’.

Así las cosas, la batalla cultural está en su máximo apogeo y es uno de los temas más relevantes que marcará la agenda internacional para los próximos años. Una batalla que se extrapolará a temas como la concepción del ser humano, el papel del Estado en la vida del ciudadano, la funcionalidad de organizaciones internacionales como Naciones Unidas, e incluso aspectos más básicos como las películas que vemos y la música que escuchamos.

Quedará por ver quién, en el ámbito nacional y local, será capaz de articular un discurso que represente las nuevas ideas que se propagan en el mundo en favor de la libre expresión y que, además, tenga la valentía suficiente para tomar las decisiones necesarias que busquen reducir la estructura del Estado.

Nota: Para quienes estén interesados en futuros distópicos donde el Estado impone la narrativa dominante, recomiendo leer Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, Un mundo feliz de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell. Además, para comprender mejor los discursos que reflejan la batalla cultural que se está librando actualmente, sugiero escuchar las intervenciones de Pedro Sánchez y Javier Milei esta semana en el Foro Económico Mundial de Davos.

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