En un mundo obsesionado con la visibilidad absoluta, donde todo debe ser expuesto, medido y compartido, la transparencia ha dejado de ser una virtud democrática para convertirse en un mecanismo de control. Byung-Chul Han, en su libro La sociedad de la transparencia (2012), nos advierte sobre esta paradoja: lo que se presenta como apertura y libertad es, en realidad, una nueva forma de opresión. Vivimos bajo el imperio de una luz que no ilumina, sino que deslumbra; una transparencia que no libera, sino que vigila y disciplina.
- La Transparencia como Nuevo Panóptico
Michel Foucault describió el poder disciplinario como un sistema de vigilancia invisible, donde el individuo se autocontrola ante la posibilidad de ser observado. Han lleva esta idea al siglo XXI: hoy, el panóptico no necesita muros ni guardias. Nos vigilamos a nosotros mismos, entregando voluntariamente nuestros datos, pensamientos y emociones en redes sociales, aplicaciones y algoritmos. La transparencia total es el nuevo régimen, y su lema es: “Si no tienes nada que ocultar, no tienes nada que temer”.
Pero esta lógica es perversa. Lo íntimo, lo oculto, lo no dicho, son espacios esenciales para la libertad. Cuando todo debe ser expuesto, el pensamiento crítico se debilita, porque la reflexión profunda requiere sombra, silencio y ambigüedad. La transparencia, en su afán de eliminar secretos, elimina también el misterio, la poesía y la resistencia.
- La Sociedad del Espectáculo y la Pérdida de lo Real
Guy Debord ya lo anticipó: vivimos en una sociedad donde la imagen ha devorado la realidad. Han profundiza en esto: la transparencia convierte todo en espectáculo. Las redes sociales son el mejor ejemplo: no mostramos nuestras vidas, sino “representaciones”de ellas, filtradas por la lógica del like y la validación constante.
Esta dinámica genera una paradoja: cuanto más transparentes pretendemos ser, más falsos nos volvemos. La transparencia absoluta no produce verdad, sino “performance”Los políticos ya no gobiernan, sino que actúan para las cámaras; las empresas no venden productos, sino narrativas de sostenibilidad y autenticidad; las personas no viven, sino que curan sus biografías digitales.
- El Fin de la Confianza
La transparencia prometía acabar con la corrupción y la mentira, pero ha logrado lo contrario: ha destruido la confianza. Cuando todo debe ser verificado, cuando cada palabra es escrutada en busca de “fake news”, la sospecha se instala como norma.
Antes, la confianza era un pacto social basado en la opacidad: creíamos en alguien precisamente porque no lo sabíamos todo de él, Hoy, exigimos pruebas, datos, “fuentes verificables”. Pero la confianza no nace de los algoritmos, sino del riesgo de creer sin garantías. Al eliminar ese riesgo, la transparencia nos condena a una sociedad de desconfianza crónica.
- La Privacidad como Resistencia
En este contexto, la privacidad se convierte en un acto político. Ocultar, callar, borrar el rastro digital, son gestos de insumisión frente a la dictadura de la transparencia. Han lo resume así: Solo en la oscuridad puede crecer lo vivo”.
Las grandes revoluciones culturales nacieron en la clandestinidad: el samizdat en la URSS, los cuadernos secretos de los disidentes, los manifiestos underground. Hoy, en cambio, la resistencia se diluye en el flujo constante de información. ¿Dónde está la verdadera rebeldía? Quizás en negarse a participar, en apagar el teléfono, en guardar silencio.
- Hacia una Ética de la Opacidad
No se trata de defender el secretismo o la mentira, sino de rescatar el valor de lo no dicho. El arte, el amor, la amistad, la fe, son experiencias que se destruyen bajo la lupa de la transparencia.
Han propone recuperar lo “negativo”el vacío, el silencio, lo incomunicable. Solo así escaparemos de la jaula de cristal en la que nos hemos encerrado. Porque, al final, una sociedad que solo cree en lo visible es una sociedad que ha perdido la capacidad de imaginar, de dudar, de soñar.
El Derecho a la Sombra:
La transparencia total es una utopía totalitaria. Necesitamos sombras para pensar, secretos para vivir, misterios para seguir siendo humanos. Como escribió Han: La luz excesiva no ilumina, sino que ciega”. Tal vez la verdadera libertad no esté en mostrar todo, sino en poder elegir qué ocultar.