La enfermedad holandesa en el siglo XXI

La historia económica de nuestro país destaca la relevancia que han tomado actividades como la explotación de minas y canteras, y actividades agropecuarias en su posicionamiento en mercados internacionales; participación que ha empezado a disminuir durante las últimas dos décadas debido al bajo crecimiento productivo especialmente en la agroindustria. Sin embargo, estas siguen constituyéndose como las principales canastas exportables y las más relevantes para la generación de empleo en la ruralidad departamental.

El desagradable, pero frecuentemente utilizado término “enfermedad holandesa” es un llamado de atención a considerar la trascendencia de la diversificación productiva. Para aquellos departamentos cuya vocación económica primaria se ha constituido en motor de crecimiento económico, basta con analizar no solo la disminución de la participación a la economía nacional sino también el rezago en la apertura a nuevos mercados nacionales e internacionales con oferta de nuevos bienes e incluso, servicios.

En ese contexto, llama la atención el caso del Magdalena, uno de los departamentos por donde la economía nacional empezó su consolidación, especialmente durante el siglo XX en el que la agricultura no solo jalonó la generación de ingresos para los municipios de la región sino también su importante contribución a la balanza comercial del país. Sin embargo, mientras experimentábamos una fuerte bonanza por dichas actividades, para el año de 1924 la industria manufacturera empezaba a dar sus primeros pasos a nivel nacional. Bolívar y Atlántico agrupaban 19 % de las fábricas del país y el Magdalena seguía afianzando esa vocación agrícola, pero con poco o nada nivel de complejidad y diversificación económica.

Hoy, casi 60 años después de la dura crítica del pensamiento cepalino respecto a los modelos de producción, sigue vigente la necesidad de mejorar los términos de intercambio. Los precios agrícolas se mantienen sin mayor variación mientras que sus insumos crecen cada vez más. A corte de 2023 el Magdalena aportó 1,4 % del PIB nacional según el Dane y la posición #16 en materia de competitividad; y así, mantenemos la segunda aduana más importante para el comercio exterior del país y un centro logístico fundamental para la economía regional.

Adquirir ventajas comparativas en cuanto a la producción de algunos productos no puede ser el ideal de desarrollo productivo. En el Magdalena reconocemos que hay un camino largo por recorrer en términos productivos y sociales pero que resulta ineludible empezar a planificar y ejecutar. Con Visionarios Magdalena 2040, iniciativa de la Cámara de Comercio que busca mejorar la competitividad del departamento, hemos establecido una ruta clara de cara a los retos que presenta la baja diversificación productiva del departamento; con estrategias de atracción de inversión lideradas por la agencia – Invest In Santa Marta, la creación de condiciones para impulsar la industria de servicios globales de exportación y la ejecución de programas con base en ciencia, tecnología e innovación han empezado a explorar la complejidad y diversificación del Magdalena.

“La enfermedad holandesa es el síntoma de una economía que ha apostado todo a una sola carta. Sin una estrategia de diversificación, los recursos naturales se convierten en una trampa en lugar de una oportunidad.” – Jeffrey Sachs

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