Colombia, gracias a su ubicación privilegiada frente al Caribe y Norteamérica, tiene la posibilidad de convertirse en protagonista de esta dinámica. En un momento en que el nearshoring gana fuerza, nuestras costas están llamadas a ser epicentro de inversión y crecimiento, siempre que logremos consolidar un entorno de confianza, estabilidad y fortalecimiento institucional.
Las cifras energéticas confirman esta oportunidad. Hoy, el país cuenta con 2,06 TPC (Tera Pies Cúbicos) de reservas probadas de gas natural, lo que representa un índice de autosuficiencia de 5,9 años. El Caribe concentra 67% de los recursos contingentes de gas, consolidándose como una región clave para la seguridad energética. En este panorama, el offshore no es una opción secundaria, sino una necesidad estratégica. Así lo demuestra el descubrimiento del pozo Sirius-2, a solo 32 kilómetros de Santa Marta, cuyo potencial podría incrementar hasta en un 200% las reservas nacionales de gas y marcar un punto de inflexión hacia la autosuficiencia.
Sin duda, el potencial energético debe leerse en armonía con la competitividad regional. Según el Consejo Privado de Competitividad 2025, el Magdalena lidera con los costos más bajos de transporte terrestre hacia el mercado interno y ocupa el segundo lugar hacia aduanas. Además, se posiciona tercero en cobertura de instituciones de educación superior acreditadas de alta calidad, sexto en diversificación de mercados de exportación y séptimo en porcentaje de vías primarias en buen estado. Estos indicadores muestran que no partimos de cero: el departamento avanza en pilares fundamentales para atraer y sostener la inversión.
Así mismo, el Magdalena cuenta con la capacidad para consolidar una base industrial más robusta. Hoy la producción se concentra principalmente en tres actividades: otras industrias manufactureras n.c.p* 47%, elaboración de aceites y grasas de origen vegetal y animal 37% y elaboración de otros productos alimenticios 16%, lo que evidencia un punto de partida sólido. Qué valioso sería empezar a ampliar esa participación con sectores emergentes, en especial la industria energética, que puede convertirse en el gran motor de encadenamientos productivos, innovación y generación de valor agregado en el territorio. El potencial logístico refuerza esta visión. La capacidad portuaria de Santa Marta se ha consolidado como un activo estratégico: sectores como la industria automotriz, la agroindustria, la industria básica y la maquinaria y equipo representan 95,4% de las importaciones del puerto. A esto se suman las 1.082 empresas activas en transporte y almacenamiento, que equivalen a 4,1% del tejido empresarial del Magdalena, mostrando la relevancia de este sector en la competitividad territorial.
Así, el offshore no es solo una conversación sobre reservas de gas: es la oportunidad de articular energía, industria, logística, educación y comercio exterior en un mismo horizonte de desarrollo. Desde Santa Marta y el Magdalena, estamos listos para asumir este desafío y convertirnos en protagonistas de la nueva agenda económica del país.