Pensar los 500 años de Santa Marta implica, por supuesto, partir de la historia en la que un gallardo español llamado Rodrigo Galván de las Bastidas decidió junto a su tripulación navegar las costas Del Mar Atlántico y parte del Caribe para así llegar hasta la denominada “Perla de América”, colmando con este hecho la fundación colonial del actual distrito de Santa Marta por allá en el siglo XVI, específicamente en el año 1525.
Pero, a su vez, hablar de esa historia nos convoca a pensar por qué la escribimos y la contamos de esa manera; es decir, cómo se constituyó el proceso académico a través del cual se definió la oficialidad de la historia en la que se marcó como hito la fundación de Santa Marta por los españoles, en detrimento de los múltiples procesos de nominación y territorialización que ejercieron las comunidades indígenas que habitaban estas costas, mares y ríos.
Así las cosas, abordar los 500 años sin superponer una de las versiones históricas es una de las tareas más complejas que abordar en el marco de la conmemoración venidera, en parte porque se necesita de un estudio pormenorizado de aspectos históricos, étnicos y culturales que han sido minimizados con el objetivo de “desvirtuar la leyenda negra” de la colonización —expresión, de hecho, racista y clasista—.
Enrique Dussel dejó sendas pautas para la realización de esta tarea que reinterpreta la historia oficial:
- En primera instancia nos habla del “encubrimiento” en oposición al concepto de “descubrimiento”
- Explica que tal encubrimiento se desarrolló por medio de un “mito sacrificial” que ponía al desarrollo como hito deseable que avanzaba sobre la base de “víctimas necesarias”
- De modo que tales víctimas serían un tributo al Ego Conquistador que aún después del encubrimiento continuó profundizando su dominio territorial sobre comunidades y tierras a las que impositivamente se les aseguraba la necesidad de entrar en la “vía del desarrollo”.
Así es que Santa Marta históricamente se enmarca en esa historia basada en el Ego Conquistador, específicamente del español Bastidas; pues aunque afables historiadores anoten que éste tuvo una actitud empática frente a comunidades indígenas, no debemos olvidar que su “Madre Patria”, liderada entonces por la monarquía española, paralelamente avanzaba en la empresa colonizadora y esclavizadora, no precisamente de forma empática, sino cruenta, erigiendo virreinatos sobre la base de trabajo no remunerado y sangre esclava que produciría la brecha de desarrollo que aún hoy nos venden como necesaria de superar en el entendido que los Estados poscoloniales se encuentran en la trampa estadística desarrollista de buscar ser como los países de occidente que los fundaron.
Teniendo en cuenta estas valoraciones teórico-históricas, es válida preguntarnos ¿Cómo contar la historia colonial sin invalidar las necesarias críticas que emanan de la crítica decolonial? Para responder, es importante posicionarnos en el momento histórico que vive Santa Marta, ese que la proyecta como la primera ciudad con 500 años de historia en Colombia. Al respecto, vale la pena mencionar que la Universidad del Magdalena (principal centro de estudios superiores el dicho departamento) hace 19 años, en el marco del régimen administrativo del exrector Carlos Caicedo, visionó qué hacer políticamente al llegar esta efeméride:
El 28 de abril del 2006 el ex rector de la Universidad del Magdalena, Carlos Eduardo Caicedo Omar, firmó el memorando de intención (documento precontractual, no vinculante, en el cual se listan los puntos principales de un contrato a negociar) con la Alcaldía de Santa Marta D.T.C.H., la Sociedad Portuaria, Cámara de Comercio, Metroagua y el gremio hotelero, todo con el fin de alistar motores para construir el “Plan Estratégico Santa Marta 2025”. Es decir, hubo una anticipación de 19 años desde la Universidad para visionar “la unión por un mismo sueño” coordinado por el Consejo Directivo del Plan Estratégico 2025.
¿En qué consistía? En varias acciones necesarias: 1. Actualización del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) 2. Recuperación del Centro Histórico 3. Plan parcial de Pozos Colorados 4. Conectividad vial hacia el Puerto 5. Recuperación del río Manzanares 6. Saneamiento financiero del Distrito.
¿A qué va ese dato histórico e institucional? Sencillamente a la formulación de la siguiente pregunta ¿Cómo se integra al plan administrativo planteado por la Universidad del Magdalena en el año 2006 la reinterpretación de la historia colonial del Distrito de Santa Marta? Es visible que en los puntos enumerados hay una proyección política que soslaya el debate sobre los contenidos que sostienen el relato fundacional de Santa Marta. En ese sentido vale la pena preguntarnos ¿Qué papel jugará en este 2025 la Universidad respecto a este hecho histórico que en su historia institucional se visionó como fuente potencial de mejoras para el Distrito? Si bien la alianza del actual rector Pablo Vera con el alcalde de la ciudad Carlos Pinedo avanza en la inclusión de juventudes a la educación superior; también es cierto que en materia de revaluación narrativa de los contenidos histórico-culturales que fundan el relato colonial samario los avances son esporádicos y atomizados. De hecho, parece que la universidad acepta tácitamente las máximas del artista Carlos Vives, pese a que el centro de estudios cuenta con facultades y programas que podrían potenciar de manera más clara e incisiva nuevos relatos que incluyan radicalmente a comunidades étnicas infravaloradas en la historia.
¿Será esta coyuntura aprovechada para avanzar realmente en la transformación de nuestro territorio? Pese a que el entorno institucional samario está cooptado por fuerzas clientelizantes que alelan el ánimo crítico-propositivo surgido en movimientos críticos decoloniales; es menester continuar en la tarea, ojalá con el firme acompañamiento de la academia. Cierto es que una universidad no es “golondrina para hacer verano”. Sin embargo, es posible evidenciar la necesidad de construir nuevos relatos donde se revalore el papel de las diferentes comunidades que participaron activamente de la construcción de nuestro distrito.
El llamado es a que establezcamos alianzas virtuosas para que de cara a nuestros 500 años no sólo centremos el ánimo en celebrar; sino que busquemos conmemorar. Ser una de las ciudades más antiguas del continente no sólo es mérito para alardear. Debe ser el impulso para transformarnos en el estandarte de lo que necesita el país en materia de movilización, exigencias, ética y compromiso académico para que la extensión y proyección social sea apropiada socialmente por quienes más le necesitan. Que las investigaciones no sean para repositorios. Los 500 años es una oportunidad real de que crezca el poder del conocimiento para la gente.