Caicedo al rescate de las FARC: El salvavidas naranja de un partido moribundo

El acuerdo de paz firmado por el gobierno de Juan Manuel Santos puso fin a más de cinco décadas de confrontación entre la guerrilla de las FARC y el Estado. Este polémico pacto incluía, entre otros puntos, que los excombatientes tuvieran personería jurídica y representación directa en el Congreso durante dos periodos legislativos, con cinco senadores y cinco representantes a la Cámara. En 2018 y 2022, presentaron listas sin el respaldo popular en las urnas; aun así, ocuparon sus curules y han funcionado como votos favorables para el actual gobierno de Gustavo Petro.

En su primera participación electoral, el partido FARC obtuvo en el Senado aproximadamente 52.532 votos (0,34 % del total) y en la Cámara, 32.636 (0,21 %), sumando cerca de 85.000 votos en 2018. Estos resultados fueron insuficientes para alcanzar escaños por votación ordinaria, pero el acuerdo les garantizó diez curules automáticas. En 2022, ya bajo el nombre de Comunes, el respaldo fue aún menor: el Senado registró 31.116 votos y la Cámara 21.182, para un total de 52.000 sufragios —casi la mitad de lo obtenido cuatro años atrás—. Pese al desplome, mantuvieron su presencia en el Capitolio para el periodo 2022-2026.

En este escenario aparece Carlos Caicedo, quizás el político más hábil que ha parido el Magdalena, pero también el más polémico. Caicedo, quien parece lanzarse a la presidencia cada cuatro años, sufrió recientemente la pérdida de la personería jurídica de su partido Fuerza Ciudadana por decisión del Consejo Nacional Electoral. Ante esto, parece haber decidido “secuestrar” al partido Comunes. Con su característico color naranja chillón, ha sido capaz de convocar a los antiguos mandos de las FARC para pactar candidaturas en cuerpo ajeno. Incluso ha logrado cambiarle el “color” a Sandra Ramírez, viuda de alias “Tirofijo”, quien hoy cuestiona la realidad del país olvidando que las atrocidades actuales son un espejo de lo que su guerrilla realizó durante décadas.

Caicedo sale al rescate de un partido que, de no conseguir un senador en las próximas elecciones, perdería su personería jurídica. Se trata de una colectividad condenada a la desaparición que ahora se alía con Petro y con políticos condenados por paramilitarismo, como Rodrigo Roncallo. Es un ajedrez político difícil de entender para el ciudadano de a pie, aquel que debe bregar a diario mientras Caicedo maniobra para atornillarse al mando del Magdalena. De eso se nutre el “Kaiser”: un líder que parece imbatible en su feudo, pero que carece de fuerza en el resto del país; al menos hasta que obliga a sus contratistas a viajar por Colombia para hacer política y “evangelizar”, intentando vender la imagen de un Carlos renovado y operado.  Así, Caicedo pacta con Timochenko para formar una coalición que logró colocar a Margarita Guerra en la Gobernación del Magdalena. Mientras tanto, finge una ruptura con Petro frente a las cámaras, al tiempo que asegura a su hermana como futura senadora en las listas del llamado pacto histórico. 

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