Las ideologías siempre van a ser importantes y están en la historia de un país, sin embargo, ya hay nuevos modos de visionar una sociedad, con menos retórica y más resultados; lo que no puede aceptarse es que se haya normalizado que la personificación de la política desplazó el ideario político, la gerencia publica y los resultados, en medio de una sociedad poco informada y manipulada que se fanatiza hasta la muerte por un político y no por ver garantías de cambio en su vida.
El político se aprovecha y ha fomentado la diada dañina de la izquierda y la derecha, no porque quiere explicar ideas, sino porque quiere implantar emociones, rabias y desesperanzas, para movilizar mentes ciudadanas atrás de un ser humano que dice ser un “político”.
Ahora bien, él contenido de las ideologías es distinto al de las personalidades políticas, muchos políticos alardean ser democráticos y hablan de las virtudes de la democracia, pero al momento de gobernar son autocráticos y totalitarios. Se eligen bajo la hipocresía de mostrarse con los valores de la democracia y el estado social de derecho, pero como lo decía Montesquiu, el hombre dotado de poder está tentado a abusar de dicho poder, y se pueden convertir en dictadores. Muchos políticos que se autoproclaman de izquierda y derecha son ejemplo de lo anterior, pregonan moralidad y aplican corrupción.
Al final y en la actualidad, las palabras izquierda y derecha son puntos de referencia desviados por diferentes caminos, que en la cultura política de Colombia termina desorientado, porque los verdaderos contenidos no están incorporados en la mente del individuo. La mala información, la tergiversación, las emociones y la falta de formación conllevan a que muchos seres humanos sean sensibles a cambiar de opinión constantemente, pues el conocimiento que obtienen es muy alejado de la realidad. Mientras eso siga pasando no se hablará de contenidos y se seguirá usando de manera ciega y fanática la palabra izquierda y derecha.
No necesitamos un País que hable de izquierda y derecha, sino una ciudadanía que ejerza el empoderamiento humano de manera libre, que le permita al individuo desarrollar sus habilidades y capacidades cognitivas para hablar y discutir sobre contenidos, ideas, formas y planes que persigan la dignidad y el desarrollo humano.
Usar los términos izquierda y derecha sin conocer sus profundos contenidos, hace y hará daño a la sociedad. ¡Una diada dañina! Hoy nos encontramos incrustados en los abismos que han sido causados por quienes gobernaron en el pasado y quiénes gobiernan en el presente; ¿Izquierda o derecha desde los idearios, o desde las personalidades?, está claro que esta diada ha sido usada para agitar emociones y apelar a la guerra de las narrativas falsas que solo conviene a quienes representan los grupos políticos de una y otra orilla. Salir de los abismos por otro camino.
Frente a lo anterior, ¡mirar hacia Adelante!, centrados en un punto de referencia política que no se detiene en las ideologías, sino en los modos de hacer y ejercer la política, dónde el derrotero no es la retórica trillada y el verborreo engañador, por el contrario, la esencia es la gerencia y la ejecución, el método y la planeación, el juicio que aterriza un camino a seguir y la mesura para gobernar estando bien rodeado.
Basta Yá de tanta palabrería que enreda y manipula a la gente, se requiere saber el qué y el cómo para obtener resultados, cómo lo hizo Sergio Fajardo en Medellín cuando fue alcalde, cuyo gobierno organizado sabía lo que quería y para donde iba, generando resultados para transformar la vida de la gente.
Ante los abismos, no mirar hacia los lados ni a los extremos, seguir hacia Adelante es la única opción, recto y sin doblar, el centro es el camino.