Con la funesta llegada de Carlos Pinedo a la Alcaldía del Distrito de Santa Marta, luego de un oscuro desenlace del proceso de escrutinio que definió la voluntad popular, borrando de plano el sufragio de más de 85.500 votos por el candidato de Fuerza Ciudadana, Jorge Agudelo, y la victoria de Rafael Martínez de Fuerza Ciudadana en la Gobernación del Departamento del Magdalena, se ha abierto el espectro político de una forma diferente para la izquierda que hace vida política en el departamento. ¿Cómo diferenciarse de un fascismo ascendente sin ser diluida en la práctica hegemónica de una fuerza alternativa gobernante?
Históricamente, para la izquierda ha resultado difícil establecer escenarios de coalición debido a lo complejo de sus discusiones ideológicas, que poco concuerdan con los tiempos electorales. Sin embargo, de las experiencias fallidas han quedado grandes enseñanzas. Solo para citar un ejemplo, es claro que la victoria de Gustavo Petro y del Pacto Histórico no hubiese sido posible sin la realización de un acuerdo de unidad. Contrario sensu, la derecha, en su pragmatismo económico en favor de mantener sus intereses de clase, entiende que ante la organización popular y el auge de las ideas de cambio deben coligarse, ya sea para erigir una figura electoral propia o adoptar a quien, no siendo de su clase, le jura lealtad a cambio del apoyo económico necesario para su campaña.
Para la verdadera izquierda en el Departamento del Magdalena, es claro que resulta imposible conciliar con el modelo de gobierno y ciudad que propone Carlos Pinedo para el D.T.C.H. de Santa Marta. Caso contrario sucede a la hora de valorar el respaldo político al gobierno departamental en cabeza de Rafael Martínez. Sin duda, el desprendimiento de la política tradicional, los proyectos sociales de infraestructura y la construcción del poder popular impulsado por Carlos Caicedo y continuado por Martínez son elementos coincidentes con los programas planteados por los partidos hoy llamados alternativos.
Sin embargo, la unidad de acción entre Fuerza Ciudadana y la izquierda en el departamento, que en 2019 tuvo su punto máximo de expresión y resultados, obteniendo victorias en Gobernación, Alcaldía distrital, credenciales en la Asamblea y varias en el distrito y algunos municipios, evidenció en las elecciones de 2023 el resultado de años de una práctica hegemónica y cooptación de cuadros, que indudablemente buscaba reflejar hacia el resto del espectro político que, salvo el estandarte naranja, ninguna otra colectividad política podría reivindicar, asumir y crecer con las luchas que le han costado la vida a miles de dirigentes en Colombia.
El momento histórico exige la mayor de las alturas políticas para seguir avanzando en defensa del pueblo magdalenense, dejar el afán de protagonismo y centrarse en lograr que el gobierno del cambio, tanto nacional como departamental, llegue a cada vereda, corregimiento y municipio de este departamento. Seguir organizando al pueblo, dejando claro que el enemigo a vencer es la clase política tradicional, que busca perpetuar la guerra torpedeando las reformas sociales por las que el pueblo votó.
El 2026 está más cerca de lo que parece. Hacer coincidir los tiempos electorales con los de la discusión política es un imperativo para la izquierda, reconociendo las capacidades del otro y asumiendo con autocrítica los yerros cometidos, pero por sobre todo respetando la visión, capacidad de acción y militancia política de los y las dirigentes.