Byung-Chul Han, en La agonía de Eros, nos enfrenta a una paradoja de nuestro tiempo: el deseo se ha vuelto impotente en una sociedad obsesionada con el placer. En su ensayo, el filósofo surcoreano-alemán expone cómo el eros, entendido como la fuerza que nos vincula con el otro en su otredad, se ha visto sofocado por la lógica del rendimiento, la transparencia y el narcisismo digital. En una época en la que todo debe ser accesible, visible y consumible de inmediato, el amor se reduce a una transacción eficiente y el deseo se extingue en la inmediatez de la satisfacción.
Para Han, el eros auténtico implica una entrega, un abandono de uno mismo ante la alteridad del otro. Pero en la sociedad neoliberal, donde el yo se percibe como un proyecto de optimización infinita, la relación con el otro se vuelve instrumental. En lugar de un deseo que nos expone y nos transforma, encontramos un narcisismo que solo busca el reflejo de sí mismo. Aplicaciones de citas, redes sociales y algoritmos de compatibilidad nos prometen el amor sin riesgo, la pasión sin incertidumbre, pero terminan por vaciar el eros de su poder transformador.
El diagnóstico de Han es contundente: el eros agoniza porque hemos dejado de concebir al otro como un misterio y lo hemos convertido en un objeto de consumo. La seducción ha sido reemplazada por la lógica de la optimización, la espera por la gratificación instantánea y el deseo por la simple gestión del placer. Al eliminar la negatividad del otro, también eliminamos la posibilidad del amor como una experiencia radical de alteridad.
Pero si el eros agoniza, ¿queda alguna esperanza para su resurrección? Han no ofrece respuestas fáciles, pero sugiere que el camino pasa por resistir la lógica de la transparencia absoluta, recuperar el enigma del otro y aceptar que el deseo no se satisface con eficiencia, sino con incertidumbre, juego y riesgo. Tal vez, solo si aprendemos a desear de nuevo en su sentido más profundo, podamos escapar del vacío afectivo de nuestra época.