Recientemente, en uno de los recorridos por municipios del Atlántico para conocer directamente las problemáticas de las comunidades y trabajar en la búsqueda conjunta de soluciones, conversaba con amigos de la zona costera sobre las principales afectaciones que tienen nuestras playas.
Uno de los pescadores con quien hablaba me dijo que “los barranquilleros son los que más contaminan el río Magdalena y mucha de esa basura nos está llegando a nosotros”. Vino a mi mente la información que desde hace varias semanas llama la atención de los medios de comunicación en la ciudad, los edificios residenciales llamados “Ciudad Mallorquín” y que tiene enfrentados a dos importantes empresas asentadas en el departamento.
La empresa Triple A, en respuesta a un requerimiento de la Procuraduría, reconoció que las aguas negras de esas 16.000 viviendas (equivalentes a más de 65.000 personas), irán directamente al río Magdalena sin que sean tratadas. A pesar de la capacidad de disolución que tiene el río, toda esa contaminación será devuelta por las olas del mar, afectando a los pescadores y a quienes viven cerca de las playas.
Esto es mucho más que una disputa entre dos grandes grupos empresariales. Lo que está en juego es la afectación del medio ambiente y, por consiguiente, la salud y vida de miles de atlanticenses. Nuestro objetivo fundamental es lograr un desarrollo ambientalmente sostenible que les permita a las comunidades vivir respetando el entorno.