Acciones correctivas

Para nadie es un secreto el liderazgo pueril y caprichoso al que ha sido sometido, durante este gobierno, el Ministerio de Minas y Energía. Una de las carteras más importantes del gabinete ministerial, cuyos retos le han quedado grande a los últimos ministros que han pasado por ella. Más grave aún es la comprobación de que Colombia se ha quedado sin política energética, sin un MinMinas que resuelva y no dilate problemas, además de una Comisión de Regulación de Energía y Gas, Creg, que no funciona.

La llegada de Edwin Palma Egea, el tercer y esperamos que el último ministro de Minas y Energía del gobierno de Gustavo Petro, plantea una nueva esperanza para un sector que intenta levantar cabeza, en medio de la compleja crisis energética que se vive en el país. Conocedor de la actual coyuntura y el impacto directo que está teniendo la estrechez de la oferta de energía y gas en el bolsillo de los colombianos, especialmente la Costa Caribe, donde hasta hace unos días se desempeñó como interventor de la empresa Air-e, el nuevo ministro Palma tiene sobre sus hombros la responsabilidad de redireccionar la cartera a través de un trabajo más técnico que político.

Entre los retos que tendrá que enfrentar el ministro Palma están: fortalecer el sector minero-energético, a través de planes de crecimiento, exploración, y explotación de hidrocarburos; destrabar los proyectos renovables que se encuentran sin un norte claro, así como la política de Comunidades Energéticas y definir la ruta de la transición; cumplir con la promesa del gobierno de bajar las tarifas de energía en el Caribe; impedir el incremento de las tarifas del servicio de gas natural; evitar una mayor crisis en el sector, gestionando el pronto pago de los subsidios a los servicios público, y priorizar nuestra soberanía energética.

Han sido excesivas las improvisaciones, los cambios abruptos, y la negligencia con la que ha operado esta cartera. El discurso satanizante contra el petróleo, el carbón y el gas debe ser replanteado y ajustado a esta realidad, que nos ha demostrado que el mercado global de los combustibles fósiles está aún muy lejos de llegar a su fin. Negar que la minería y la energía siguen y seguirán teniendo, un peso enorme en las capacidades para la riqueza de las naciones, es querer tapar el sol con un dedo.

La compleja agenda del Ministerio demanda un liderazgo responsable, ecuánime, basado en lo técnico y en el conocimiento, que contribuya al desarrollo de la industria y el país. Necesitamos un ministro que entienda que el único camino para lograr una transición que no comprometa la estabilidad del sistema energético del país es continuar de la mano de la tradicional industria.

La actual situación no admite más anuncios fallidos, ni soluciones temporales. Urge implementar acciones correctivas, dar un viraje objetivo y centrado que fortalezca el potencial de desarrollo social y económico que tiene el sector, no seguir generando ese cortocircuito que tanto daño le ha hecho al país.

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