La irrupción del Pacto Histórico en el Magdalena

El Pacto Histórico nació como una coalición entre partidos políticos y movimientos sociales con principios comunes, los cuales se materializan en su propuesta programática. En su primera contienda electoral, alcanzó 20 curules en el Senado y 27 en la Cámara de Representantes, consolidándose como la principal fuerza de izquierda en la historia reciente de Colombia. Estos resultados reflejan décadas de lucha social y demuestran que solo en unidad la izquierda puede triunfar.

Tres años después, con un aprendizaje consolidado, resulta estéril detenerse en las razones de quienes decidieron marginarse del proceso o de aquellos que nunca quisieron sumarse. Lo fundamental es que la ciudadanía sigue respaldando al Pacto Histórico. A diferencia de la derecha, cuya base política se sostiene en maquinarias y pactos de élites, la izquierda ha construido un movimiento consciente, movilizado y comprometido con el cambio, que reconoce los avances del gobierno del presidente Gustavo Petro.

Esta dinámica se ha evidenciado con fortaleza en el Magdalena. Desde diciembre, la agenda política del Pacto Histórico en el departamento ha sido intensa, con encuentros entre comunidades, dirigentes regionales y miembros del Comité Político Nacional, fortaleciendo el vínculo entre la organización y la ciudadanía. No es un ejercicio electoral coyuntural, sino una estrategia de construcción territorial que busca consolidar un proyecto de transformación estructural.

Si bien el Pacto Histórico está en proceso de consolidarse como partido unitario, su irrupción no es una casualidad, sino el resultado de un acumulado de luchas y de la voluntad popular de transformar el país. Su presencia en los territorios da cuenta de un proyecto con raíces firmes en el corazón de los colombianos, que entiende la necesidad de una política basada en la justicia social, la equidad y la dignidad de los sectores históricamente marginados.

En el Magdalena, el Pacto Histórico no solo avanza con una identidad propia, sino que se convierte en la alternativa real frente a la clase política tradicional, que ha mantenido al departamento en el atraso, y frente a quienes, desde una nueva hegemonía, han replicado viejas prácticas de imposición y exclusión.

Frente a ambos extremos, el Pacto se consolida como el camino de la verdadera transformación, un proyecto que construye con la gente y para la gente, sin imposiciones, sin sectarismos y con el compromiso inquebrantable de devolverle el poder a la ciudadanía.

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