Proyecciones alarmantes

Al paupérrimo balance de reservas y producción de hidrocarburos en el país se suman las alarmantes proyecciones de abastecimiento de combustibles líquidos, que nos ubica en un desconcertante panorama de escasez en el mediano y largo plazo. La creciente lista de los desafíos que enfrenta el sector no se está chequeando de manera correcta, priorizando la importación se está dejando en riesgo el suministro.

De tiempo atrás se viene advirtiendo acerca de los significativos incrementos en las importaciones de gasolina que para 2032 se proyectaban en 30%. Sin embargo, las estimaciones han sido superadas por la realidad y apenas en 2024 el combustible importado alcanzó 39% del total de la demanda, incrementando lo calculado para los próximos años. Así, mientras se cierra la puerta a las exploraciones, la compra al exterior es la solución en detrimento del bolsillo de los colombianos.

Si bien Colombia depende de las importaciones de gasolina corriente para satisfacer la demanda nacional, lo cierto es que no se ha establecido un plan para reducir esta creciente dependencia y garantizar la seguridad del suministro. En el reciente informe de Proyección de Demanda de Combustibles Líquidos 2024-2040, la Unidad de Planeación Minero-Energética, Upme, proyecta que para el año 2040 cerca de 60% de la demanda de gasolina corriente será alimentada con importaciones, es decir, que en menos de 15 años tendremos un aumento significativo en las compras externas de este combustible y con ello una cadena de incrementos en el costo de vida.

En sus informes, la Upme deja en evidencia que existe una disminución de aproximadamente un 19% en las reservas probables y aproximadamente 13 % en las reservas posibles respecto al último año, aquí la pregunta es: ¿Por qué no se establecen planes para aumentar las reservas y mejorar la infraestructura? Lo más lógico, si se trata de un país que no cuenta con hidrocarburos es plantear la compra de gasolina corriente, diésel y Jet A1 con el fin de evitar un desabastecimiento, pero en nuestro caso que tenemos recursos naturales suficientes para atender nuestra propia demanda, resulta incoherente centrarse en la importación de estos combustibles que son esenciales. Necesitamos un nivel de reservas, que nos permita mantener la autosuficiencia de hidrocarburos y la seguridad energética del país.

Los planes de importación permanentemente de petróleo y gas no solo socavan las finanzas nacionales, sino que también dejan en riesgo el suministro confiable y continuo. La crisis por el desabastecimiento de combustible de aviación, el año pasado, es un claro ejemplo de lo que puede suceder en un escenario de importación plagado de falta de planeación y regulación.

Otra vez, por malas decisiones y omisiones en materia de política energética no se estaría garantizando el abastecimiento de combustibles para el país. En lugar de promover la compra de combustible internacional, se deberían estar trazando planes para incentivar la producción local, mejorar la infraestructura, fomentar la inversión, ampliar la capacidad de refinación y producción de crudo y reactivar la exploración y explotación de hidrocarburos.

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