En cuidados intensivos se encuentra la denominada “Paz Total” del presidente Gustavo Petro. Y no es para menos, después de las recientes acciones de los grupos armados contra la Fuerza Pública y la población civil, son absolutamente cuestionables los avances de las actuales conversaciones de paz. Superar este momento crítico es uno de los más grandes retos del Gobierno Nacional.
La guerra arrasó con lo mejor de Colombia en más de medio siglo y con ella se fueron gran parte de nuestros hombres, mujeres, adolescentes y niños. Las pérdidas económicas suman miles de millones de dólares. El atraso como consecuencia de la guerra es evidente y el dolor que deja mucho más. Intentamos ganar la guerra. En esa dirección hubo resultados positivos, pero todavía falta mucho camino por recorrer.
La indignación y rechazo nacional que causó el secuestro de Luis Manuel Díaz, padre del futbolista guajiro Luis Díaz, perpetrado por el Ejército de Liberación Nacional ELN, regresó la atención al flagelo del secuestro, que nunca se ha detenido en el país, y se convirtió en un nuevo quiebre, que evidencia los incumplimientos al Derecho Internacional Humanitario del grupo que lidera Antonio García, quien ha criticado vehementemente el proceso de paz. Según el Ministerio de Defensa, son más de 30 personas las secuestradas por el ELN en lo corrido del año. ¿Y así quieren que se acceda a sus pretensiones?
El terror que diariamente viven habitantes en el Cauca, por las disputas entre grupos, convoca una redirección en el proceso para que verdaderamente se logre la negociación o el sometimiento de los principales grupos armados ilegales y bandas criminales. Los agentes del conflicto deben comprometerse a no seguir agitando las aguas para no volverlas turbulentas.
El tema que concentra la atención del país es el inicio del quinto ciclo de conversaciones con el ELN, el próximo 30 de noviembre en México, que se espera le dé un giro a las negociaciones. La llegada del nuevo alto comisionado para la paz, Otty Patiño, a la mesa promete enderezar el rumbo de las negociaciones, y aguardamos que así sea. Sin embargo, además de la convicción de la paz para transformar el destino de los colombianos en medio de la convivencia armónica, la erradicación de la pobreza, la generación de equidad y aporte a la justicia social, que ha tenido en firme el actual Gobierno de Gustavo Petro y quienes hemos apoyado desde siempre esta búsqueda, necesitamos muestras de voluntad real por parte de los grupos.
Urge restituir la confianza de los colombianos en el proceso. Esto solo se dará en la medida que el ELN cese las hostilidades contra la población civil, libere secuestrados, y detenga la violación de los derechos humanos en los departamentos del Valle del Cauca, Norte de Santander y Arauca, así como en Nariño y Chocó, donde las comunidades sufren el azote de la violencia.
Los colombianos demandamos muestras y acciones humanitarias que confirmen el compromiso de las partes con la “Paz total”. Tenemos un proceso desteñido, que sin manifestaciones de voluntad se encuentra destinado al fracaso.