Avanzar en la agenda del hidrógeno verde es uno de los retos que tenemos como país, para alcanzar una verdadera Transición Energética. La transformación de nuestra industria a partir de este energético de cero emisiones, fundamental en la descarbonización, por sus numerosos beneficios, exige un mayor fortalecimiento de la industria en las áreas de investigación, producción, transporte, comercialización y uso, así como en la financiación de nuevos proyectos.
Comprender el potencial que tiene Colombia en la producción de hidrógeno verde y azul, es determinante para consolidar esfuerzos que nos permitan afrontar los desafíos y las dificultades que suponen su desarrollo. Tenemos todo para lograr una producción competitiva, que nos permita ingresar a la economía global del hidrógeno, pero antes hay que superar las barreras legales que siguen existiendo en la regulación. Es clave seguir trabajando en los planes de expansión del hidrógeno de cero y de bajas emisiones, a través de lineamientos de políticas públicas que continúen en el sentido de garantizar los beneficios establecidos.
Actualmente, contamos con: la Ley 2099 de 2021, en la que definimos las primeras bases para el despliegue del hidrógeno verde como vector energético sostenible, a través de incentivos tributarios, entre otros; una hoja de ruta con metas de inversión y producción a 2030 – 2050; y el decreto 1476 de 2022, que reglamentó algunas disposiciones contenidas en la mencionada ley. Sin embargo, existen nuevas necesidades en la regulación respecto al transporte del hidrógeno y la ampliación de los beneficios, por mencionar algunas, que deben ser revisadas.
Si bien el camino para lograr la incorporación del hidrógeno verde en nuestra matriz energética es largo y lleno de innumerables obstáculos, el panorama y las oportunidades que se están abriendo en el país, resultan alentadoras para el futuro de esta industria. En Colombia, hoy empresas nacionales y extranjeras, desarrollan 28 proyectos de hidrógeno, de los cuales 16 se llevan a cabo en la región Caribe. Hace unos días EPM anunció la finalización de su planta piloto de producción de hidrógeno, una muestra del interés de las empresas por la modernización y transformación del sector.
Si queremos un futuro energético limpio, seguro y sostenible tenemos que seguir trabajando en el desarrollo de una economía nacional del hidrógeno verde y azul, a precios competitivos, con garantías jurídicas y normativas para los inversionistas. Según la hoja de ruta nacional, para el periodo 2020-2030 se esperan inversiones entre US$2.500 millones y US$5.500 millones, una meta que se puede ver truncada por los rezagos que presentan los proyectos renovables y las demoras en la adopción de tecnologías digitales en la producción del vector energético.
Tenemos que persistir en abrirle paso a esta emergente industria en Colombia. Además de la adopción de nuevas tecnologías, el desarrollo de conocimientos técnicos en la producción, la promoción y la logística de transporte, es definitivo atraer nuevas inversiones, lo que solo lograremos a través de la articulación y colaboración activa entre el sector público, actores de la industria y el sector educativo. No podemos quedarnos atrás en el propósito de diversificación y descarbonización de la matriz energética del país.