¿Izquierda o derecha? El lado correcto de la historia

¡El mundo gira a la derecha! Es el titular de prensa más usado después de conocerse los resultados de las elecciones al parlamento europeo donde la extrema derecha ganó terreno. Además de la muy probable victoria en noviembre de Donald Trump en Estados Unidos, pese haber sido condenado por la justicia de su país. Y es un hecho que en el mundo los votantes están apostando a líderes de extrema derecha con ideas radicales nacionalistas y antisistema como ocurrió reciéntenme en Argentina con la figura de Javier Milei.

Pero ¿qué significa ser de izquierda o derecha? y ¿cuál es el lado correcto? Para responder la pregunta tenemos que remontarnos a los años de la Revolución Francesa, en agosto de 1789 cuando en la Asamblea Constituyente se hicieron la pregunta más importante: ¿El Rey estará por encima de la ley y por ende continuamos con la monarquía o el gobernante se someterá a la ley (Estado de Derecho) y nos convertimos en República?

Para la votación, los leales al Rey Luis XVI defensores de la Monarquía se ubicaron al lado derecho de la mesa moderadora y del lado izquierdo se ubicaron quienes querían un cambio radical del modelo y ponerle fin a la monarquía. Y de allí en adelante los asambleístas siguieron ubicándose en el recinto según su afinidad de ideas.

Incluso en el siglo XIX, cuando ya habían sepultado la monarquía y el debate era qué tipo de República quería establecerse, si una ligada a la iglesia, lo que defendía los de derecha y quienes apoyaban un Estado Laico estaban a la izquierda. Y en el siglo XX el debate pasó al terreno económico con la derecha defensora del libre mercado y la izquierda defensora de la intervención del Estado para regular el mercado.

Así se estableció en la jerga política las posiciones de izquierda y derecha en el mundo. Pero de acuerdo a la coyuntura histórica las posiciones se ubican en una u otra orilla dependiendo el contexto. En nuestros días, primera mitad del siglo XXI, paradójicamente estamos ante un “enroque de causas” toda vez que la derecha a abrazado la causas que promovió la izquierda en el siglo pasado y ésta última se quedó defendiendo el statu quo.

La derecha fue quien promovió el neoliberalismo en el mundo, con figuras como Ronald Reagan en EEUU, Margaret Thatcher en Inglaterra y Augusto Pinochet en Latinoamérica. La globalización de capitales fue un proyecto de derecha, lo que implicó competencia a la baja de salarios a trabajadores y menores ingresos fiscales para los Estados. Ante esto, la izquierda mundial defendió la causa de los trabajadores y el recaudo de impuesto para sostener los Estados de Bienestar.

Sin embargo, como explica Ian Buruma en su libro “LA MALDICIÓN DE SER ESPECIAL, DESDE WINSTON Y FDR HASTA TRUMP Y EL BREXIT:” Los partidos de centroizquierda estaban cada vez más ligados a élites beneficiarias de una economía globalizada en la que los inmigrantes proveyeran mano de obra barata. Y quienes se sentían ignorados, despreciados y olvidados por la globalización, votantes desafectos que antes apoyaban a partidos de izquierda, ahora se sentían excluidos a la vez por los conservadores proempresa y por la centroizquierda neoliberal.  A llenar el vacío político acudió presurosa una nueva generación de populistas de derecha, con la promesa de luchar por los desempoderados contra una élite globalista corrupta que supuestamente permitía a los inmigrantes quitarles puestos de trabajo a los nativos.

Un nueva generación de populistas de derecha como, la primera ministra italiana Giorgia Meloni, Donald Trump en EEUU, Javier Milei en Argentina, Nayib Bukele en El Salvador, Geert Wilders en Países Bajos, Jimmie Åkesson en Suecia, Jair Bolsonaro en Brasil, Recep Erdogan en Turquía y Sebastian Kurz en Austria, despiertan hoy en amplios sectores de la población esperanzas de cambio. En la Francia de la Revolución de la libertad, igualdad y fraternidad, según encuesta publicada por el diario británico Financial Times, el 36% de los jóvenes apoya a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, quien gano escaños en las pasadas elecciones al parlamento europeo.

En esa misma publicación, informa que el 26% de los estadounidenses de entre 18 y 29 años prefiere al expresidente Donald Trump. Lo que representa un cambio de tendencia por cuanto en el siglo pasado ser joven fue sinónimo de progresismo y resistencia ante las tendencias fascistas. La frase del presidente chileno Salvador Allende derrocado por la dictadura derechista de Pinochet lo sintetizó: ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica.

En este complejo panorama, tenemos la segunda pregunta: ¿Cuál de las dos orillas es la correcta? El lado correcto de la historia es una de las frases más usadas por los lideres políticos de todo el mundo cuando se trata de darse la razón a sí mismos. Y como consecuencia los que tienen posiciones diferentes a las suyas, están en el lado equivocado.

Acertó el pensador francés René Descartes hace cinco siglos, cuando en su obra Discurso Sobre el Método, planteó que la razón es lo que mejor ésta repartido en el mundo. Todos creemos que la tenemos en grado suficiente. Por lo que cada líder político sea de izquierda o derecha se siente en la orilla correcta.

Franklin D. Roosevelt dijo que debía entrar a la segunda guerra mundial para estar del correcto de la historia. Margaret Thatcher al referirse al apartheid en Sudáfrica, dijo que estaban del lado incorrecto de la historia. Ronald Reagan planteó que el comunismo está del lado equivocado de la Historia. El español Joaquim Torra, líder de la causa independentista de Cataluña, como presidente de la Generalidad justificó el desafío de su Gobierno a las leyes y la justicia del Estado Español diciendo que su actitud lo coloca en el lado correcto de la Historia.

Y el caso de Bill Clinton, que al referirse a la política económica de China que no abría su mercado y entraba a la Organización Mundial del Comercio dijo en 1997 que el gigante asiático estaba actualmente en el lado equivocado de la historia.

Lo que no se esperaba era que casi 30 años después, China fuera promotor del libre comercio internacional y EEUU empezara una política proteccionista como recientemente han hecho el gobierno de Joe Biden, un presidente del mismo partido de Clinton, al imponer aranceles a vehículos eléctricos y las celdas solares chinas. ¿Entonces está hoy China en el lado correcto y EEUU en el incorrecto de la historia según la lógica de Clinton de 1997?

Con algunos hechos históricos como el caso del Apartheid en África, son fáciles de identificar el lado correcto y asumir una posición moralmente adecuada. Pero en otros casos, como el libre comercio, por el que Clinton sentencio que china estaba en el lado equivocado y en el siglo XXI se invirtieron los papeles, no se puede decir tan fácilmente cual es el lado correcto o equivocado.

Por lo que, ante el giro a la derecha de muchos votantes en el mundo, y la proliferación de líderes populista de extrema derecha, es un fenómeno que habría que analizar con profundidad antes de emitir juicios y mandarlos a un lado u otro de la historia.  En 1972 el presidente estadounidense Richard Nixon visitó Pekín y en una charla informal le preguntó a Zou Enlai Ministro de Asuntos Exteriores Chino, qué pensaba sobre la Revolución Francesa, a lo que el dirigente asiático respondió: “Es demasiado pronto para valorarla”.

Tal vez sea muy pronto para valorar el actual fenómeno de derechización. La historia se entiende en retrospectiva. Sin embargo, la misma historia nos da elementos para identificar patrones pasados y predecir en lo que podría terminar el mundo con el ascenso de las extremas derechas al poder. Hay una frase que dice que los economistas se pasan la mitad del tiempo haciendo predicciones sobre el futuro y la otra mitad explicando porque sus predicciones no se cumplieron.  Así podría pasar a quienes se embarquen en la tarea de predecir como terminará el mundo con los nuevos líderes de extrema derecha en el poder.

¡Armas, nacionalismos y unilateralismo! Como el famoso libro de Jared Diamond, titulado “Armas, Gérmenes y Acero”, sobre la historia de la humanidad que explica porque el desarrollo de los pueblos fue desigual, llevando que unos dominaran a otros, y en el que concluye que jugaron un papel fundamental el acero, las armas y los gérmenes. En el caso de nuestro artículo, juegan un papel relevante para entender hacia donde va el mundo con las extremas derechas, son las armas, el nacionalismo y el unilateralismo.

El mundo está entrando en una nueva carrera armamentística. Se puede confirmar observando el presupuesto de defensa de EEUU, el país con mayor gasto en ese sentido. Al finalizar la guerra fría, en 1985 el gasto militar norteamericano era del 6.5% del PIB, y a partir de allí empezó a descender hasta llegar al 3% en 2018, el porcentaje mas bajo desde el fin de la segunda guerra mundial. Lo mismo ocurrió con otras potencias como Alemania que el gasto militar correspondía a 1.2% del PIB en 2018, mientras que en el Reino Unido a 1.9% del PIB en el mismo año.

A partir del 2018, con Trump en la presidencia empezó la tendencia nuevamente al alza que lo dejó en diciembre del 2020 al dejar la presidencia en 3,46% del PIB. Igual suerte corrieron los presupuestos militares del resto de los miembros de la OTAN. ¿Qué razones motivaron a empezar nuevamente a embarcarse en una nueva carrera armamentística? Aquí aparecen los otros dos elementos: nacionalismo y unilateralismo.

La revista The Economist en una edición de noviembre de 2016 tituló su portada el “Nuevo Nacionalismo” En la imagen se veía Donald Trump, Marine Le Pen del Frente Nacional francés, al presidente ruso Vladimir Putin y a Nigel Farage, quien acababa de protagonizar la victoria del Brexit en el Reino Unido.

Estos nuevos nacionalismos, parten de apelar al pueblo con base en una identificación étnica, que señalan los problemas de la nación por causa de una globalización que reemplaza sus trabajadores nacionales por inmigrantes. Con la legitimidad que le otorga dicho discurso que cala en la población y los votantes, surgen líderes carismáticos que hacen culto a su personalidad, y estando en el poder terminan volviéndose autoritarios, despreciando las garantías democráticas como la de frenos y contrapesos en el sistema de gobierno democrático.

Es decir, estos nuevos nacionalismos vienen aparejados en lo político con un retroceso democrático y mayor autoritarismo. En el terreno económico viene con el regreso del proteccionismo y guerras comerciales entre países, como la que libran EEUU y China, en el que uno pone aranceles a los productos del otro y la reacción del afectado es responder con más aranceles.

Estas guerras comerciales, han generado nuevas tensiones entre las potencias económicas, lo que ha llevado por un lado a preparase militarmente como ya se mencionó con la nueva carrera armamentística, y por otro lado a sacrificar el multilateralismo edificado a través de múltiples organismos internacionales como la ONU, para atrincherarse en un unilateralismo, que implica tomar decisiones apelando a intereses propios sin tener que buscar consensos con el resto del mundo.

Así, Bladimir Putin, puede invadir Ucrania pasándose por la faja al Consejo de Seguridad de la UNU, o Benjamín Netanyahu puede exterminar a Gaza sin atender las decisiones de las Naciones Unidas, ni aceptar la competencia de la Corte Penal Internacional. Éste es el mundo en el que cada Estado apela a sus intereses sin tener en cuenta el resto de la humanidad, el que nos llevan los lideres de extrema derecha con sus nacionalismos y unilateralismo.

Ante el sacrificio al multilateralismo, y por ende la poca o nula cooperación entre nacionales, se aleja la posibilidad de enfrentar el reto mas grande que enfrentará el mundo en el presente siglo, que no es la guerra entre humanos como el siglo pasado, sino la guerra que le ha declarado la humanidad a la naturaleza desde hace 500 años que empezó la era industrial: el cambio climático.

Los fenómenos climáticos son cada vez mas extremos y si la humanidad no actúa a tiempo podría llegar una catástrofe climática que deje más muertos que las dos guerras mundiales del siglo pasado. Y para enfrentar esta amenaza de proporciones planetarias se requiere de la cooperación de todos los pueblos del mundo, lo que parece imposible con un mundo fragmentando en nacionalismos. Como afirmó el filósofo estadounidense Noam Chomsky que hace unos días dieron por muerto, pero sigue vivo, en su libro Cooperación o extinción: si la humanidad no es capaz de cooperar, se extinguirá.

Si yo fuese miembro de la asamblea constituyente en la Francia de 1879, y el debate fuera el actual, entre la derecha nacionalista unilateralista, y una izquierda conservadora defensora de las instituciones democráticas y el multilateralismo, me habría ubicado a la izquierda. A mi juicio lo correcto en este momento es defender las instituciones democráticas, porque como dijo el primer ministro británico Winston Churchill: La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado. Pueda que este equivocado, sin embargo, esta vez, asumo posición y afirmo que la nueva derecha que surge en el mundo, está del lado equivocado de la historia.

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