La salud mental de los docentes: un lujo actual necesario

El sistema educativo colombiano está diseñado para atender de manera INTEGRAL las necesidades de los niños y jóvenes, o por lo menos eso es lo que allí se plantea. Soy partícipe de ese trabajo y de los intentos que como país se han hecho para cumplir con los objetivos establecidos. En mi antiguo artículo, compartí mi opinión al respecto junto a un conjunto de propuestas que pueden llegar a considerarse. Sin embargo, continuando con este bagaje de análisis, observación, vivencias, experiencias compartidas por colegas y reflexión; con lamento y preocupación me di cuenta de que tenemos un sistema egoísta con uno de los pilares que define los procesos educativos: EL MAESTRO.

La educación es un inmenso mar donde se esconden un sinnúmero de sorpresas, que día a día los que tenemos la valentía de ponernos el traje de buceo, exploramos sus profundidades y afrontamos todos los desafíos y retos que se nos pueden presentar. Esos busos valientes y por qué no decirlo, románticos, somos nosotros; los maestros, que día a día antes de sumergirnos nos aseguramos de que nuestro tanque de oxígeno esté completamente lleno para poder brindar al 100% nuestras capacidades. Para los que no tenían conocimiento de este proceso que diariamente los maestros y maestros realizamos, los invito a preguntarse, ¿De dónde creen que sacamos el oxígeno? Porque como se podrán imaginar es una alta inversión, no solo económica, sino mental y física. Y justamente de eso les hablaré en este artículo; en como los maestros gestionamos el oxígeno en un país donde nos han puesto travas para acceder a él.

Inicialmente, quiero aclarar que estoy en contra de un sistema que busca culpables, siempre he considerado que se llega lejos autoevaluando y tomando consciencia de las funciones que cada uno desde su rol debe ejecutar. La metacognición es un proceso que debemos llevar a cabo todos los profesionales dado que nos brinda la oportunidad de cuestionar sanamente nuestra labor, para diseñar medidas que busquen nuestro mejoramiento constante. La culpabilidad y el sistema de señalamiento lo único que genera es pérdida de confianza, desmotivación, connotaciones sociales erradas y voces internas enemigas; y es esta medida la que se lleva a cabo en los sistemas públicos y privados para evaluar a un maestro e incluso a un niño. Se preguntarán, ¿de qué manera?: Desde que comenzaron a creer que la calidad educativa solo se logra si se dictan buenas clases, cuando un gobierno intenta otorgar toda la culpabilidad de un mal resultado en las pruebas solo a los profesores, cuando no se le brinda una remuneración económica, social y emocional justa a los docentes, cuando le exigen a un niño cumplir con un “estándar” que lo único que hace es no permitirle su libre desarrollo cerebral y madurativo, generando frustración y desequilibrio emocional, cuando comenzó a importar más las apariencias, cuando los padres no admiten su responsabilidad en el proceso educativo de sus hijos, cuando se le negó el cupo en el colegio a un estudiante por padecer de una discapacidad, cuando la salud no brinda la calidad que se necesita, cuando los padres creen que al colegio le toca “todo”, cuando la evaluación divide y etiqueta en vez de formar, cuando los docentes perdieron el interés de seguir formándose y estar a la vanguardia, cuando la educación se convirtió en un negocio y dejó de lado su objetivo vocacional y humano; cuando todo esto pasa es injusto pretender que nuestro tanque de oxígeno este al 100%, sin embargo, lo más sorprendente, es que siempre buscamos la manera de que así sea. ¿Cómo lo hacemos?, ¿Por qué los maestros seguimos en el ruedo a pesar de todo? La respuesta correcta es VOCACIÓN y ESPERANZA.

El tanque de oxígeno está compuesto por una recarga emocional física y mental. Como maestros tenemos la responsabilidad de entrar al aula de clases para atender las diversas necesidades que allí se nos presentan, nuestra prioridad siempre serán los niños y jóvenes, eso nunca debe cambiar. Pero, no se debe descuidar a los que hacen esto posible en las aulas, para educar se necesita de una estabilidad a nivel mental que permita diseñar soluciones y estrategias ante las diversas situaciones que se presentan diariamente. Tengamos en cuenta que un docente tiene una gran influencia en sus estudiantes, es importante que un docente trabaje su salud emocional para contagiar a sus estudiantes de la misma manera. La psiquiatra Amanda Céspedes plantea “ La salud mental laboral es un concepto de la salud preventiva que alude a un estado de bienestar integral del trabajador. Lamentablemente, ese bienestar en los profesores, a menudo se deteriora y resulta preocupante, aquellos docentes que sufren de ansiedad o estrés por múltiples razones, deben enfrentarse a la educación emocional. ¿Por qué? Porque el cerebro de los niños lee las emociones negativas de una persona que sufre de estrés crónico y hace una comprensión implícita de éstas”. En otras palabras, si un docente ingresa al aula con el famoso síndrome “burn out” (desgaste) está perdiendo la capacidad de sensibilizarse y atender asertivamente las emociones de sus alumnos. “Un docente enfermo afecta gravemente a sus alumnos, no solo en lo académico, sino también en lo emocional; un docente enfermo está habitualmente irritable, con poca tolerancia, carente de calidez, rígido, y luce agobiado. Los alumnos se repliegan, se atemorizan, no aprenden ni van motivados a clases”, expresa Amanda. Esto quiere decir que el docente tiene gran responsabilidad en su salud mental y emocional pero también tiene un gran rol las entidades, empresas o colegios donde prestamos el servicio de la educación, porque tal y como lo plantea la experta, “debe abordarse de forma integral, acompañado de un mejoramiento sustancial de las condiciones laborales, especialmente lo relativo al clima laboral, las remuneraciones, la extensión de jornadas laborales, entre otras”.

En base a lo anterior, vamos a pensar en lo que se necesita para brindar una atención de calidad; sencillo: una batería mental recargada, la cual comprende un buen descanso, una buena alimentación y una asertiva estimulación. Iniciando por el descanso, pensemos en la realidad de los docentes, los cuales en vista del salario que se nos ofrece nos vemos en la obligación de buscar segundo trabajos, lo cual implica cumplir con una segunda jornada que también requiere de nuestro total esfuerzo; la cual al finalizar deja un agotamiento inimaginable. Sin embargo, el día no termina, porque al llegar a casa debemos atender a nuestras familias, ya sea hijos o padres. Continuemos con la alimentación, la cual es responsabilidad de nosotros como adultos y requiere de un mayor nivel de conciencia, debido a que lo que consumimos tiene sus efectos a nivel cerebral, sin embargo, hemos sido arrastrados por los afanes del día que nos obligan a acceder a aquellos alimentos “prácticos” que no brindan los nutrientes necesarios. Y terminamos con la estimulación. En este punto quiero iniciar aclarando el concepto de estímulo, el cual hace referencia a todo aquello que incita, anima o impulsa a alguien para efectuar una acción. Desde el punto de vista de la labor docente existen los siguientes estímulos: Monetarios (salarios, compensaciones, oferta y calidad laboral), personal (vocación), social (reconocimientos y valor). Iniciemos por el estimulo monetario, el cual como lo tocamos en un punto anterior no es el más atractivo. Las ofertas laborales que a nivel Nacional tenemos como docentes han generado desde el sector privado y público renuncias, cambios de profesión y migraciones empresariales; analicemos los siguientes ejemplos: El 8 de abril del presente año, la “Red estudiantil de Antioquia” publicó un artículo donde describe que en el Tolima, de los 2.120 docentes que ganaron el concurso, 210 ya han renunciado; en Norte de Santander ya van más de 100 renuncias y en Santa Marta no es la excepción, de mi círculo social, tengo 5 colegas que han decidido renunciar a nombramientos y a colegios privados donde laboraban. Lo mas curioso es que presentan las mismas razones, cuando acceden a la realidad se dan cuenta que las condiciones no eran las que esperaban, la exigencia laboral no es proporcional a la oferta salarial e incluso los que accedieron a las zonas rurales deciden no continuar por el riesgo que algunos lugares representa para ellos. Lo anterior, ha desencadenado afectaciones a nivel emocional, maestros con ansiedad e incluso por experiencias cercanas, depresión. Un ejemplo de esta problemática, son los docentes de inglés, como país tenemos una necesidad urgente de profesores en esta área, sin embargo, para nadie es un secreto que el dominio de un segundo idioma es una puerta abierta a infinitas oportunidades y los maestros que tienen acceso a ellas no dudan en abandonar el país o trabajar de manera remota desde sus casas; porque al igual que los demás profesionales, los docentes tenemos derecho a buscar y elegir empresas, entidades e incluso países que nos ofrezcan mejores garantías laborales.

Continuemos con la estimulación a nivel personal, en este punto quiero ser muy concreta. La vocación es indispensable en esta profesión, como hemos podido evidenciar no somos los mas valorados, sin embargo, los verdaderos retos son los que vivimos día a día en las aulas. Para mí, las cualidades de un buen maestro son la paciencia, el respeto, la tolerancia, la empatía, la escucha y el amor. No pueden llegar a imaginar lo que un día representa para nosotros, lo que en una hora de clases se puede desencadenar y lo que un año escolar puede llegar a representar. Atender a la diversidad, comunicarse con los padres, enseñar adecuadamente, planear, ser creativos e innovadores, generar conciencia y preparase constamente, es nuestra labor, y si no estas dispuesta(o) a afrontarla en su totalidad, no estas listo para esta profesión. Nuestro país e incluso nuestro mundo requiere de profesionales que amen lo que hacen y si eres consciente que elegiste la docencia por descarte, “facilidad” o por obligación; mi mejor consejo es que cambies el chip o que simplemente lo dejes, porque el mundo no merece ni necesita un trabajo a medias, necesita calidad, la misma que como maestros nos atrevemos a exigir.

Para finalizar este recorrido, analicemos los estímulos que el maestro tiene a nivel social, estamos expuestos por medio de nuestro trabajo, es común en una conversación entre padres dialogar sobre las experiencias de sus hijos en las escuelas y mencionar a uno o dos profesores. Pregunta para tí, lector: ¿Cuándo fue la última vez que hablaste de un docente, del quehacer docente o de la educación en general?, ¿Tu comentario fue positivo o negativo?, ¿Alguna vez has reconocido la labor de un maestro?, ¿Consideras que has sido empático con los profesores que has tenido a lo largo de tu vida?, ¿Si no eres docente, lo serías en algún momento de tu vida?. Si respondes a cada una de estas incógnitas podrás analizar el panorama social que se tiene frente al maestro y su labor.

En síntesis, la calidad educativa también comprende una alta inversión en los docentes, el sector público y privado debe concientizarse de que sus maestros requieren de una salud integral; con la ayuda de este artículo o con la simple búsqueda de mejoramiento constante deben pensar en cómo aportar al bienestar de los docentes, escucharlos, valorarlos y demostrar su gratitud. Y para ti maestro, recuerda que el taque de oxígeno te pertenece y también es tu responsabilidad porque como lo expresa Amanda Céspedes:

“El profesor que busca efectividad real debe empezar por creer en sí mismo para poder creer desde el corazón que, como maestro, tiene un papel de trascendencia en el destino de sus alumnos”.

Con amor,

Leidy Karina Moreno Atencio, una maestra con vocación

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