En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales quedamos entre dos malas opciones para el país, dos opciones populistas, un corrupto comprobado que pretendía luchar contra la corrupción, cosas que solo ocurren en nuestro país, y un mitómano, ex guerrillero que en su tercer intento a la presidencia, y luego de un estallido social provocado por su enemigo Iván Duque partía con ventaja, Petro lograba agrupar a antiguos enemigos políticos en sus toldas, recogiendo la escoria y la miseria para su causa, políticos como Roy y Benedetti, montando una recua de congresistas incluyendo a la marihuanera confesa, Susana Boreal.
Alejandro Gaviria, una persona decente y educada, un político al que le falta ser político logro vaticinar lo que sería un gobierno de Petro, “El primer año él nombra un buen gabinete de unidad nacional, no lo logra cohesionar, pasan seis u ocho meses y no pasa mucho, se le desbarata el Gobierno”. “Petro comienza a tuitear como loco y básicamente, ese es el conflicto que se crea de manera permanente y la agenda del país girando alrededor del Twitter de Petro y no se hace nada. Yo dije hace poco que me daba más miedo la inacción que la acción en un Gobierno de Petro”. Luego de desbaratarse el gobierno del cual Gaviria fue ministro, Petro acude a su ala más radical y se atrinchera en la izquierda más recalcitrante, desde esa trinchera comienza a lanzar dardos y cazar peleas con todo el país, recurre a la división de clases como fuente de odio y separación de pobres y ricos, discurso del que viven los llamados progresistas y desde ahí se victimiza hasta hacerse un mártir.
Ha llegado la hora de la locura, Petro ya no entiende razones, no le interesan las cortes y no cree en la separación de poderes que indica la constitución del 91, hoy Petro es un loco desatado que busca victimizarse sacando refritos de software supuestamente comprados para espiarlo, se refiere Petro a las escuchas en sus campaña en donde él hablaba de estrategias con Roy Barreras y de los videos lanzados a la opinión en donde aparece contando fajos de billetes y mintiéndolos en bolsas de basura negra, cual mafioso.
Petro hoy lanza discursos en los que habla de un plan para asesinarlo o sacarlo del poder en los próximos tres meses, dice Petro, sin pruebas, que han corrido millones de dinero del narcotráfico y de los dueños de este país. Llama a periodistas muñecas de la mafia, se va contra el presidente de la rama judicial mencionándolo como un negro conservador y que no entiende como un negro puede no ser Petrista a su juicio. Habla de los conservadores malos, pero no los buenos para él, que son quienes si le aprueban sus reformas en la cámara de representantes como el tal Wadith Manzur. Petro, en su locura trina y trina en sus redes sociales a la espera como él dice que Elon Musk le censure su cuenta de X, algo que debería ocurrir por el bien de la democracia de un estado que se encuentra en un total desorden institucional por culpa de un mitómano que juró en piedra muchas cosas que no piensa cumplir, incluyendo una posible reelección para la cual aún está a tiempo de proponer, y en la que trabajan sus más felices alfiles para seguir 4 años más en la construcción de una Venezuela occidental.
La locura de Petro es tal, que Colombia ha terminado en lo que muchos temían y otros pensábamos que no era posible, ad portas de ser una Venezuela en la que un tirano como el que tenemos ahora en el poder haga lo que le venga en gana, incluyendo el derroche de dinero y alta de ejecución, las mismas prácticas que tenían los que tanto criticaba y que hoy son su mejor defensa para justificar las acciones que tienen al país lleno de inseguridad y con mucho pesimismo, dándole vida a aspiraciones presidenciables a una tal Vicky Dávila, algo que parece un mal chiste, pero en este momento es el resultado de la locura de Petro. Si Duque nos dejó a un mitomano en la presidencia, este es capaz de dejarnos a un Milei de legado.