¿Cuándo comunicar? ¿Qué es más importante el contenido o el momento? En los gobiernos, el timing es fundamental. Tomar decisiones y comunicarlas no solo está relacionado con el contenido de estas, sino del momento en que se llevan a cabo. Un buen manejo del timing puede fortalecer la posición de un gobernante, una entidad o un cuerpo colegiado, mientras que una mala gestión puede llevar a consecuencias negativas significativas.
El timing político se refiere a la elección estratégica del momento para hacer anuncios, tomar decisiones, o implementar políticas. Esta elección puede estar influenciada por diversos factores, incluyendo el contexto político, económico, social y mediático. Un buen timing puede maximizar el impacto positivo de una acción política, mientras que un mal timing puede mitigar sus beneficios o incluso generar efectos adversos.
Un ejemplo es la filtración de una fotografía o vídeo que genere suspicacia en el actuar de un gobernante, la comunicación en este caso debe estar precedida por acciones que nos den la posibilidad de planear nuestra estrategia antes de salir a la opinión pública, tales como el análisis de la gravedad de la situación, el traslado de la información a las personas competentes, citar rápidamente a un comité estratégico, establecer posibles soluciones y tomar decisiones de forma colectiva o unilateralmente por el gobernante o personaje afectado.
Teniendo en cuenta estos pasos previos si podemos llevar a cabo declaraciones ante medios de comunicación, con una única línea de mensaje, antes no. Comunicar en política es muy diferente a hacerlo en un contexto de empresa privada, un simple error puede generar situaciones de ingobernabilidad e ilegitimidad que ocasionarían crisis de las cuales muchas veces no se puede recuperar una figura política, mientras que un buen ejercicio puede dispararlo y llevarlo a otro nivel dentro de la opinión pública.
En diversas ocasiones es relevante aprovechar la coyuntura política y social que se vive, las crisis no siempre son malas, estos eventos pueden generar oportunidades para anunciar políticas de apoyo, dónde se aumente la popularidad y se legitima el actuar del gobernante, una estrategia puede ser la victimización, dónde se cargue a nuestro opositor la orquestación de una situación de ataque en nuestra contra, distrayendo así los errores propios y generando que el enemigo social es quien nos está atacando, de esa manera solucionamos un ataque con ataque.
Cuando tenemos el cronómetro y la estrategia está bien ajustada, podemos cambiar la narrativa que se desarrolla en el colectivo, logrando de esta manera desviar la atención de controversias o errores previos y ponerlos a nuestro favor.
Uno de los factores más importantes que considero, es Investigar, no podemos estar a ciegas sin un rumbo claro. Conocer el ánimo de nuestro público objetivo y las emociones que están experimentando nos da la posibilidad de saber si son receptivos o no a los anuncios que pensamos realizar, si los datos nos muestran que una posible recepción sería positiva, lograríamos una imagen de eficiencia y responsabilidad, si no recibiríamos críticas y rechazo. Las acciones en momentos críticos, si se muestran competentes, fortalecen la confianza ciudadana.
Las decisiones y la comunicación a tiempo neutralizan las estrategias de contraste de nuestra competencia, disminuyendo el objetivo negativo que quieren ocasionarnos. Un escándalo bien manejado, con conversación interna, rápida, clara y en el momento adecuado, logra que no crezca la crisis, pero hacer lo contrario puede llegar a ser peor. Al igual que si queremos atacar a nuestra oposición, aprovechar el momento adecuado en situaciones de crisis nos da ventaja en la contienda política.
La mala gestión del timing, genera la percepción de improvisación, incompetencia, descoordinación, incoherencia, falta de cohesión, entre otros efectos negativos. El camino es la estrategia y la comprensión profunda del contexto, la comunicación política no es cuestión de suerte. Los líderes políticos deben ser conscientes de los momentos adecuados para actuar y comunicar, ya que una gestión inapropiada puede llevar a consecuencias desastrosas. En última instancia, el éxito político depende tanto del qué como del cuándo.